¿Tendrá éxito Rusia con su gambito anti-OTAN?

Es poco probable que invadir Ucrania oriental genere un dividendo político pues las encuestas de opinión en Rusia muestran desde hace tiempo un escaso apoyo popular a esa medida: solo un cuarto de los rusos está actualmente a favor de incorporar Dombás a Rusia’.
Las recientes conversaciones en Ginebra entre el ministro de Relaciones Exteriores ruso Serguéi Lavrov y el secretario de Estado de EE. UU. Antony Blinken sobre la crisis por Ucrania rindieron pocos frutos. Rusia solicitó una respuesta por escrito a sus demandas, que incluya el cese de la ampliación de la OTAN. De momento, es posible que el presidente ruso Vladímir Putin sienta el mismo alivio que EE. UU. y sus aliados de la OTAN gracias al actual ‘impasse’. Esto se debe a que Putin está embarcado en un peligroso juego de políticas arriesgadas frente Ucrania. Logró poner en duda la fortaleza del compromiso de la OTAN con ese país, resaltar sus divisiones internas y obligar al mundo a prestar más atención al poder ruso, pero también corre el riesgo de quedar obligado a lanzar la invasión de Ucrania, que sería costosa en términos materiales y políticos. Detener la expansión de la OTAN ha sido uno de los principales objetivos de la política exterior del Kremlin por una década y el enfoque de Putin logró pocos resultados. A pesar de sus reiteradas afirmaciones sobre la amenaza para Rusia que representa la OTAN, Putin puede considerar la pulseada actual como una forma de demostrar a Ucrania y otros estados de Europa del Este que los compromisos de la OTAN y EE. UU. son, en realidad, bastante débiles. Públicamente al menos, los funcionarios de EE. UU. y la OTAN reafirmaron que la unidad de la Alianza se mantiene. Aunque Biden sugirió en su conferencia de prensa que los aliados europeos de Estados Unidos no compartían criterios sobre la manera de responder a una pequeña incursión rusa en Ucrania, no hubo negociaciones bilaterales entre otras potencias occidentales y Rusia sobre este tema. Tal vez lo más importante desde la perspectiva de Putin, en un momento en que los líderes estadounidenses y europeos preferirían lidiar con el ascenso de China y la pandemia de la COVID-19, y fomentar la recuperación económica, sea que la crisis los está obligando a prestar más atención a los intereses de Rusia. A primera vista parece que Putin se encerró a sí mismo con demandas inaceptables sobre un tema -el ingreso de Ucrania a la OTAN- que de todas maneras tenía pocas probabilidades de ocurrir, pero consiguió beneficios reales al exponer la desorganización de Occidente y la debilidad de su compromiso con Ucrania. Si los negociadores estadounidenses y europeos otorgan concesiones, aunque sean simbólicas, Putin puede usarlas para bruñir su imagen. Incluso si reduce la intensidad de las tensiones sin las garantías por escrito que quería, el emplazamiento de tropas rusas en Bielorrusia y la reciente implementación de la misión «de paz» de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva -liderada por Rusia- en Kazajistán, demuestra el liderazgo sostenido de Rusia entre los antiguos estados soviéticos.
Pero las arriesgadas políticas de Putin vinculadas a Ucrania siguen siendo peligrosas. Solo podemos esperar que cuando los funcionarios estadounidenses y rusos vuelvan a la mesa de negociación encuentren la forma de evitar que una crisis fabricada se convierta en un conflicto armado.