Camila Villard | La UE debe salvar el acuerdo comercial con el Mercosur
Si la UE continúa dándole largas al asunto, el Mercosur podría abandonar el acuerdo en favor de nuevas oportunidades comerciales con los países
Las negociaciones comerciales entre la Unión Europea y el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) comenzaron en 1999 y, en un ejemplo de los desafíos inherentes a los pactos comerciales entre bloques con intereses nacionales divergentes, su resultado fue un acuerdo provisorio recién en 2019. Desde entonces los intentos por completar el acuerdo siguieron a los tumbos. Los líderes europeos deben asumir nuevamente el compromiso de lograrlo y requerirá sólidas habilidades diplomáticas. Este acuerdo comercial generaría beneficios económicos para ambas partes, pero además tiene un significado estratégico, en especial para la UE. En una época en que ese bloque se resiste a depender de China, un acuerdo comercial con la quinta mayor economía del mundo les permitiría a los países miembros de la UE forjar nuevos vínculos económicos, garantizarse los recursos necesarios para la transición a las energías verdes y contrarrestar la influencia china en la región. Además, debido a que el cambio climático exacerba la inseguridad alimentaria, el acuerdo permitiría al bloque diversificar sus proveedores. Pero entre los responsables políticos hay demasiados que no entienden los beneficios que generaría el fortalecimiento de los vínculos entre la UE y el Mercosur. Este año podría ser un punto de inflexión para la relación. Un acuerdo comercial con el Mercosur podría ayudar a la UE a acelerar su transición verde y mejorar la seguridad alimentaria. Los miembros del Mercosur —y los países latinoamericanos en términos más generales— cuentan con depósitos abundantes de los minerales críticos fundamentales para muchas tecnologías de energías limpias y, gracias a ello, se están posicionando como actores clave en las campañas para reducir a cero las emisiones netas de gases de efecto invernadero. A medida en que los trastornos en las cadenas de aprovisionamiento y el cambio climático afecten negativamente a los esfuerzos mundiales para garantizar una producción sostenible de alimentos, y que el hambre y la desnutrición aumenten dramáticamente, el Mercosur podría desempeñar un papel fundamental para alimentar al mundo gracias a la alta productividad de su sector agrícola. La región produce aproximadamente un cuarto de las exportaciones mundiales de productos agrícolas y piscícolas A pesar de su potencial, Latinoamérica necesita más inversiones y eso es lo que podría aportarle Europa. Si bien las inversiones y operaciones comerciales deben cumplir las normas ambientales y sociales de la UE, los instrumentos internacionales -como el acuerdo climático de París y la directiva propuesta por la Comisión Europea para la diligencia debida de las empresas en materia de sostenibilidad- podrían lograr esa meta si funcionan como un marco regulatorio más amplio, más allá del acuerdo comercial entre la UE y el Mercosur. Además de las implicaciones económicas de demorar un acuerdo comercial formal con Mercosur, los retrasos adicionales podrían exacerbar tensiones geopolíticas y erosionar la confianza, esencial en asociaciones eficaces. La UE está en todo su derecho de plantear una posición dura en las negociaciones pero sus líderes deben reconocer que su indecisión podría impulsar a los países del Mercosur a buscar asociaciones alternativas, en especial con China. Aunque ese escenario podría ofrecerles ventajas económicas, sería perjudicial para las normas ambientales y sociales, que no son requisito en las inversiones chinas. La principal responsabilidad diplomática de la UE con Latinoamérica es fomentar un entorno de colaboración que enfatice el respeto mutuo y prevea un marco legal más amplio para cooperación económica. El acuerdo comercial entre la UE y Mercosur es un paso necesario en esa dirección.