Woochong Um: Salvar el ODS/ de la crisis energética
Alcanzar el ODS7 y resolver el cambio climático es posible solo si trabajamos en conjunto
Nos acercamos a pasos acelerados al momento en que faltarán cinco años para la fecha límite de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y aún estamos lejos de alcanzar el ODS7, que exige acceso universal a energía limpia y asequible. Peor: estamos transitando otro año que batirá récords de calor. Cada mes, desde junio de 2023 -13 meses seguidos- ha marcado el promedio más caluroso del planeta del que haya registro para ese mes, y junio será el tercer mes consecutivo en que la Tierra habrá superado el límite de 1,5° establecido por el Acuerdo de París.
El calor extremo genera clima extremo: sequías más prolongadas, lluvias récord, tormentas más intensas y cambios en la estacionalidad. Las comunidades no electrificadas -las que menos culpa tienen por el calentamiento- son las que más tienen para perder como consecuencia de estas tendencias.
Un análisis de la Agencia Internacional de Energía, la Agencia Internacional de Energía Renovable, la División de Estadísticas de NN.UU., el Banco Mundial y la OMS llegaron a una conclusión preocupante: nos estamos quedando cortos en la intención de cumplir con el ODS7 y los esfuerzos actuales no parecen suficientes para retomar el rumbo. Ha habido avances significativos para conectar a poblaciones de Asia, Latinoamérica y otras partes del mundo, mas África subsahariana sigue rezagada y allí vive 80 % de toda la gente sin acceso a energía a nivel global. Hay motivos de esperanza: el Banco Mundial y el Banco Africano de Desarrollo anunciaron una nueva asociación, primera en su tipo, para llevar electricidad a 300 millones de personas en África para 2030.
Este es el nivel de colaboración internacional que necesitan desesperadamente las economías emergentes. Para achicar la brecha se debe fortalecer las políticas existentes y movilizar mayor inversión, en especial en programas que apunten a zonas remotas y de bajos ingresos donde vive la mayor parte de la población no electrificada. Se está dedicando demasiada atención e inversión a la transición energética global para enverdecer la red y reducir el consumo de combustibles fósiles en países ricos.
No pareciera haber tanta conciencia de que consumir más energía es esencial para mejorar las perspectivas económicas de los 685 millones de personas que viven sin electricidad y los cientos de millones que tienen acceso poco confiable o imposible de pagar. Poner fin a la pobreza energética entregando el mínimo de energía moderna de 1.000 kilovatios-hora por persona por año implica una enorme demanda adicional de energía anual.
En 2024 se espera que el porcentaje de inversión global en energía limpia en mercados emergentes y economías en desarrollo fuera de China se mantenga en un 15 % del total, muy por debajo de lo que se requiere para garantizar acceso pleno a energía moderna y satisfacer la creciente demanda energética sustentablemente. La cooperación internacional para destrabar un financiamiento climático que permita acceso a energía nunca ha sido más urgente. La energía crea oportunidades.
Cuando las inversiones en electricidad se corresponden con inversiones en herramientas para usar esa energía de manera productiva -bombas de agua de energía solar, refrigeradores, maquinarias de procesamiento agrícola, equipos para microempresas, escuelas y hospitales-, crecen los ingresos, aumenta la productividad, aparecen nuevos negocios, se crean empleos, la gente prospera. Hacer estas inversiones realidad exigirá niveles sin precedentes de colaboración internacional. Ninguna organización puede hacerlo sola. El mundo no puede permitirse otro año de retroceso en el cumplimiento del ODS7 y la única forma de alcanzar cero emisiones netas es con una transición energética que no excluya a nadie. Es momento de emprender una acción audaz.