Carmen Ojeda | ¿Qué podemos hacer cuando los adolescentes se autolesionan?

En la mayoría de casos el fin de estas autolesiones no es acabar con la vida. Establecer un motivo exacto es complejo
Cada vez se vuelven más comunes entre los adolescentes las autolesiones. La forma más utilizada es realizar cortes en el cuerpo (preferentemente brazos, abdomen y piernas), sin embargo, existe otras formas como quemarse, rasguñarse la piel, golpearse, arrancarse el cabello, etc.
Pero ¿por qué hacen esto los adolescentes? En la mayoría de los casos el fin de estas autolesiones no es acabar con la vida, no obstante, establecer un motivo exacto es complejo ya que no hay una sola causa que lo pueda explicar. Algunos adolescentes lo hacen porque experimentan dificultad para lidiar con emociones y pensamientos difíciles y encuentran en la autolesión una forma de liberar el dolor emocional, otros lo haces como forma de autocastigo, tendencia a la impulsividad, sufrir situaciones traumáticas que mantienen en secreto y en ocasiones como vía para lograr conexión con otros.
Podemos notar si nuestros hijos o familiares están pasando por esto a través de algunas señales de alerta. Por ejemplo, el adolescente no sabe explicar heridas, moretones, dolores en el cuerpo, usa prendas de vestir que cubren la mayor parte del cuerpo, pasa mucho tiempo solo, tiene problemas para dormir, cambia de humor constantemente, entre otras.
Si detectamos estas conductas en nuestros hijos, lo que podemos hacer es primero aceptar y validar nuestras propias emociones (de miedo, enfado, frustración, etc.) y luego tratar de escuchar sin juzgar, aceptando también las emociones del adolescente (tristeza, culpa, vergüenza).
Un ambiente validante es necesario para un buen pronóstico en la superación de esta conducta.
Asimismo, será muy útil buscar el apoyo de un profesional, que es la persona capacitada para abordar las causas subyacentes a la autolesión y ayudar al adolescente a manejar el malestar que experimenta de manera saludable, brindando herramientas para gestionar situaciones de ansiedad, angustia, estrés y/o frustración.
En casos graves puede ser necesaria la medicación psiquiátrica, siempre bajo la supervisión de un profesional.