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Carmen Ojeda: ¿Qué hago si experimento pensamientos obsesivos?

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Con un acompañamiento adecuado a esta condición, se logra aceptar y manejar las obsesiones en lugar de intentar eliminarlas

Los seres humanos podemos experimentar pensamientos, impulsos o imágenes mentales que se presentan de manera repetitiva, son intrusivos y no deseados y generan mucha ansiedad. Estos pensamientos se denominan obsesiones. Algunas obsesiones comunes son: el miedo a los gérmenes o a la contaminación; la preocupación por olvidar, perder o extraviar algo; el temor a perder el control sobre el propio comportamiento; pensamientos agresivos hacia otros o hacia uno mismo; ideas no deseadas, prohibidas o tabúes relacionados con el sexo, la religión o el daño; el deseo de que las cosas estén en un orden simétrico o perfecto, entre otras.

Si usted o alguien que conoce presentan este tipo de pensamientos, es importante que sepan que, aunque pueden generar mucho malestar, existen tratamientos psicológicos especializados que ayudan mucho a consultantes que presentan esta dificultad. Con un acompañamiento adecuado a esta condición, se logra aceptar y manejar las obsesiones en lugar de intentar eliminarlas (que es lo que hace que aumente más y más la ansiedad), promoviendo una vida más plena y significativa aún en presencia de estos pensamientos intrusivos.

La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT, por sus siglas en inglés) aborda las obsesiones de una manera diferente a las terapias tradicionales. En lugar de intentar eliminar o controlar los pensamientos obsesivos, ACT se centra en aceptar esos pensamientos y sentimientos como parte de la experiencia humana, mediante enfoques como la aceptación, la defusión de los pensamientos, el ‘mindfulness’, entre otros, y ha logrado una gran efectividad con muchos consultantes, generando su recuperación y, sobre todo, promoviendo su bienestar.

Los pensamientos son solo eso: pensamientos. El problema de las obsesiones se genera cuando damos por sentado que, por pensar una cosa, esto se convierte automáticamente en una realidad, que los pensamientos son hechos y crean lo que enuncian. Cuando consigo verlos como lo que verdaderamente son, puedo poco a poco ir recobrando una libertad (tal vez conseguida con mucho esfuerzo) que constituya la base de mi nuevo bienestar.