Premium

Carmen Ojeda Oquendo | Ataques de pánico: ¿qué son y cómo enfrentarlos?

Avatar del Columnista Invitado

Además, estos síntomas se acompañan de una sensación de pérdida de control y temor intenso a morir o volverse loco.

Las emociones son respuestas naturales a las distintas situaciones que experimentamos los seres humanos y cada una tiene una función importante. El miedo, entre estas, es la respuesta directa a algo que percibimos como una amenaza inmediata a nuestra seguridad. Esta respuesta no se halla bajo nuestro control consciente, sino que nuestro sistema nervioso simpático pone en marcha una serie de cambios físicos que dan como resultado una respuesta de lucha, huida o inmovilización, según convenga. Cuando la respuesta de miedo se vuelve demasiado intensa, y afecta a nuestro cuerpo, nuestras emociones y nuestros pensamientos de maneras extremas, estamos hablando de pánico, y bajo este podríamos reaccionar de manera histérica o irracional.

Cuando se presentan crisis repentinas de miedo, ansiedad y pánico abrumadores que duran varios minutos (no suelen superar la media hora, aunque algunos síntomas pueden durar más), en los que el corazón late rápidamente, se comienza a sudar y se siente como si no se pudiera respirar o pensar claramente, es probable que nos encontramos frente a un ataque de pánico. Lo característico es que se presente sin ningún hecho desencadenante aparente, lo que genera gran preocupación de que se pueda presentar otro en cualquier momento. Además, estos síntomas se acompañan de una sensación de pérdida de control y temor intenso a morir o volverse loco.

Estos ataques de pánico son experimentados por las personas como un momento de mucha angustia, por lo que es muy importante ser muy comprensivos con quienes los presentan y procurar para ellos un acompañamiento profesional especializado.

El cuerpo, las emociones y los pensamientos desempeñan un papel importante en el pánico, por lo que la manera de abordar estos ataques debe estar dirigida a aprender a trabajar con ellos logrando calma y tranquilidad hasta lograr restablecerse.

Estrategias como la respiración, la relajación corporal o las meditaciones de ‘mindfulness’ pueden ser de mucha ayuda, así como la consciencia y el trabajo con los pensamientos y emociones que acompañan la crisis.