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Huang Yiping: ¿Cómo debe responder China a los aranceles de Trump?

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La preocupación por la estabilidad financiera limita las posibilidades de depreciación de la moneda

El anuncio del presidente estadounidense Donald Trump del Día de la Liberación, sobre la imposición de nuevos aranceles radicales a las importaciones de más de 180 países será recordado como un tsunami económico provocado por el hombre. Muchos ya lo comparan con la Ley Arancelaria Smoot-Hawley de 1930 del presidente Herbert Hoover, que recortó drásticamente el comercio global en 66 % en cinco años y profundizó la Gran Depresión. 

Los aranceles de Trump -que, en su mayoría, han sido suspendidos abruptamente durante 90 días- han sacudido los mercados financieros, llevando a los analistas a advertir que EE.UU. podría entrar en recesión en 2025. Las implicancias globales no pueden subestimarse. Al ser la mayor economía del mundo tiene enorme impacto en las exportaciones y el crecimiento de otros países. A la incertidumbre se suma el enfoque errático de Trump en la formulación de políticas

Y lo que es más alarmante, en tanto EE.UU. se retira de sus compromisos internacionales, el mundo corre el riesgo de caer en la trampa de Kindleberger -un escenario que recuerda a la década de 1930, cuando ninguna potencia importante podía o quería aportar los bienes públicos globales necesarios para sostener la economía mundial-. Si persisten las tendencias actuales, la arquitectura económica internacional que EE.UU. ayudó a construir hace 80 años podría desmoronarse. 

China, Canadá y la Unión Europea ya han anunciado medidas de represalia, mientras que otros países han señalado su voluntad de negociar. Para muchos, EE.UU. no es solo un mercado de exportación importante, sino un socio de seguridad crítico y un aliado geopolítico. Si bien los expertos chinos tienen opiniones divergentes respecto de cómo responder a los aranceles de Trump, muchos creen que ofrecer concesiones no haría más que incitar una mayor agresión norteamericana, y la decisión de elevar su arancel sobre las importaciones procedentes de EE.UU. al 125% refleja esta opinión. Cabe esperar que ambas partes sean capaces de reducir la tensión a través del diálogo.

 Dado el potencial impacto de los nuevos aranceles de EE.UU., los responsables de las políticas chinas tendrán que implementar políticas macroeconómicas audaces y bien orientadas. El Banco Popular de China debería considerar mayor relajación monetaria, incluso recortando su tasa de interés oficial y el coeficiente de reservas de los bancos. Hay necesidad de reequilibrar la economía china fortaleciendo el consumo interno; el gobierno ya dio a conocer una nueva serie de iniciativas especiales destinadas a impulsarlo. El lamentable giro proteccionista de EE.UU. amenaza con crear un vacío de liderazgo global. En las últimas décadas, muchos países -sobre todo en Europa occidental y este de Asia- se han beneficiado enormemente de la apertura de los mercados. 

China debe colaborar con estos países bilateral y multilateralmente para preservar el sistema y fomentar el libre comercio y la inversión. En el último año el gobierno chino ha tomado medidas unilaterales para facilitar el intercambio internacional, como la exención de visado para ciudadanos de países como Dinamarca, Noruega y Corea del Sur. Medidas similares podrían extenderse al comercio y a la inversión. Resulta alentador que los responsables de las políticas chinas ya hayan realizado progresos en cada una de estas tres áreas. Lo mejor para China es poner primero su propia casa en orden, y luego asumir un papel proactivo para salvaguardar la economía mundial.