Dixon Chibanda: Lo que exige la crisis global de salud mental
En 2016, un ensayo clínico aleatorio determinó que los pacientes con trastornos mentales tuvieron una disminución significativa de los síntomas
El mundo está atrapado en las garras de una crisis de salud mental. Desde la creciente ansiedad climática en los países ricos como EE. UU., hasta el trauma intenso en zonas de conflicto como Ucrania y Gaza (en especial entre los niños), el sufrimiento psicológico se ha propagado y los servicios de atención médica tradicionales no pueden seguir el ritmo. Esto deja a decenas de millones de personas frente al riesgo de patologías graves y suicidio. Hoy más de 25 % de la población mundial reporta sentimientos de aislamiento social y soledad, y más de 150.000 personas entre 15 y 29 años mueren por suicidio cada año. El cambio climático amenaza con hacer subir las cifras.
Como informa la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos, el cambio climático puede “conducir a una pérdida del empleo, obligar a la gente a mudarse y afectar la cohesión social y los recursos comunitarios, todo lo cual tiene consecuencias para la salud mental”. Asimismo, contemplar el cambio climático y sus consecuencias para “la seguridad nacional como para el bienestar individual” puede causar “angustia importante”. Ningún grupo está a resguardo. Los jóvenes temen por su futuro, la gente mayor se aflige por la destrucción del mundo de su niñez y activistas y científicos climáticos sufren agotamiento emocional y desesperación.
Esto sin considerar el estrés postraumático y depresión experimentados por quienes ya están afectados por desastres relacionados con el clima, en particular en economías en desarrollo vulnerables. Tradicionalmente, un paciente psiquiátrico comienza terapia individual con un médico capacitado. Pero incluso los sistemas de salud de países ricos no están en condiciones de ofrecer este tipo de servicios en la dimensión que hace falta. La situación es peor en países pobres y afectados por conflictos, donde muchas veces es muy difícil acceder a intervenciones psiquiátricas, si es que existen.
El proyecto Banco de la Amistad, que yo fundé, capacita a voluntarios comunitarios sin formación médica o en salud mental previa para brindar terapia conversacional desde bancos de madera en parques. El programa funciona. En países con menos recursos también se han implementado modelos escalables para brindar atención psiquiátrica de bajo costo y alta calidad a comunidades donde antes no existía. Los modelos occidentales de atención psiquiátrica hacen un uso demasiado intensivo de recursos que se deben desplegar en todo el mundo, en particular en África y el sur de Asia, donde poblaciones de rápido crecimiento y la aceleración de los riesgos climáticos plantean inmensos desafíos.
Pero las iniciativas comunitarias bien diseñadas son costo-efectivas y sumamente escalables. Más allá de mejorar la salud mental y la resiliencia individual, los programas fortalecen la cohesión comunitaria y fomentan la resolución colectiva de problemas, lo que será cada vez más importante en tanto se intensifique la crisis climática. Abordar la crisis global de salud mental requerirá mayor compromiso de la comunidad internacional. La Iniciativa Especial para Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud, que intentó ofrecer mayor acceso a servicios de salud mental en sus seis regiones en 2019-23 fue un paso en la dirección correcta. Se la debe continuar y ampliar. Mientras, gobiernos y organizaciones filantrópicas locales y nacionales deberían abrazar nuevas estrategias locales que hayan demostrado capacidad para ayudar a comunidades a hacer frente a los crecientes riesgos para sus vidas, subsistencia y bienestar.