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Gaston Browne: Momento decisivo para la seguridad energética y prosperidad

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Una transición rápida hacia energías limpias exigirá grandes inversiones iniciales

Jefes de Estado, ministros de Hacienda y Energía, inversores, grupos de la sociedad civil y líderes de la industria energética se reunieron en Barbados en el Foro Energía Sostenible para Todos (SEforAll). El tema de la conferencia -energía sostenible para la equidad, seguridad y prosperidad- reflejaba una realidad a menudo subestimada: la transición hacia una energía limpia es vital para proteger el planeta y mejorar la resiliencia económica y la seguridad energética en un contexto global incierto. 

No hay que subestimar el imperativo ambiental, en especial en los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID) como Antigua y Barbuda, que están en primera línea de la crisis climática. Tormentas, aumento del nivel del mar, acidificación de los océanos y desplazamiento de las pesquerías nos están costando muy caro y, en un mundo que se calienta aceleradamente, sabemos que lo peor está por venir. 

Pero hoy también sabemos que la transición energética -la transición a energías renovables de producción nacional- es esencial para apoyar la resiliencia económica y la seguridad energética. La dependencia de combustibles fósiles importados, como gas natural licuado, expone a nuestros países a oscilaciones de precios volátiles, alteraciones de suministro y tensiones presupuestarias. Y a diferencia del metano altamente inflamable, con sus efectos adversos para la seguridad, la salud y el clima, el sol y el viento no están sujetos a la especulación del mercado ni al creciente riesgo geopolítico. Las tendencias actuales sugieren que la mayoría de economías emergentes y en desarrollo habrán superado su necesidad de gas en diez años. 

Una de las razones es la inteligencia artificial, que ayuda a adaptar el suministro variable de energías renovables a las fluctuaciones de la demanda, facilitando la integración de las renovables en las redes eléctricas. El desmoronamiento del costo de sistemas de almacenamiento de energía también está ayudando; la tecnología avanzada de baterías reduce la necesidad de suministros de reserva de combustibles fósiles. 

El efecto es tan pronunciado que algunos proyectos de centrales eléctricas a gas y carbón ya se han pausado o cancelado. Antigua y Barbuda se convirtió en el primer país no perteneciente a la región del Pacífico en respaldar un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles (petróleo, gas y carbón). También nos hemos comprometido a conseguir 100% de energía limpia para 2030 y una flota de transporte totalmente electrificada para 2040. Pero no podemos hacerlo solos. Los desastres climáticos proliferan y se intensifican, y también los costos de recuperación. A nuestro gobierno no le queda más remedio que endeudarse a tasas de interés elevadas, lo que agrava la ya onerosa deuda nacional; necesitamos que los bancos de desarrollo hagan su trabajo, no que protejan su calificación crediticia AAA. Por ello, Antigua y Barbuda y los demás PEID piden a todos los países que se pongan como meta cinco objetivos clave: fortalecer la transición energética y los compromisos climáticos, incluyendo la eliminación gradual de subsidios ineficientes a combustibles fósiles; movilizar una financiación climática transformadora a gran escala (incluso con gravámenes y canjes de deuda por clima); impulsar el despliegue de energías renovables reforzando plataformas de aplicación existentes; aumentar la capacidad institucional y facilitar el intercambio de conocimientos sobre energías limpias y eficiencia energética, en especial a través de la cooperación Sur-Sur; y mejorar la resiliencia -por ej.: promoviendo la adopción de tecnologías de cocina eléctrica y la adaptación. Esta agenda es esencial para salvaguardar el planeta -base de nuestra salud, seguridad y prosperidad-. Cuando hay tanto en juego no podemos permitirnos alternativas.