Ilana Seid: El mundo necesita soluciones climáticas basadas en los océanos
Las estrategias climáticas mundiales han tratado en general a los océanos como una cuestión secundaria
Tras la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP29) celebrada este año en Bakú, ¿qué viene a continuación? Ahora que los países deben actualizar y presentar a principios del próximo año sus “contribuciones determinadas en el nivel nacional” (NDC, en inglés), en el marco del Acuerdo de París (2015), el mundo tiene la oportunidad (y el deber) de adoptar medidas transformadoras para hacer frente a la crisis climática.
Y en ese esfuerzo, el océano debe ocupar un lugar central. Nadie lo entiende mejor que los pequeños estados insulares en desarrollo (PEID) como Palaos. Para nosotros, la política climática no es un debate abstracto sobre riesgos futuros hipotéticos, sino una lucha por la supervivencia. Nuestros arrecifes de coral ya sufren decoloración, las tormentas son cada vez más frecuentes y destructivas, y las sequías menoscaban la seguridad alimentaria.
La subida del nivel del mar amenaza nuestra tierra y cultura, modo de vida e incluso nuestra existencia. Hasta el momento, el apoyo internacional a la acción climática ha estado muy lejos de las necesidades de los países en desarrollo. Los PEID reciben en su conjunto menos del 2% de la financiación mundial para el clima, pese a tener a su cargo 30% de las aguas territoriales del mundo; un desequilibrio sorprendente, sobre todo si se tiene en cuenta el enorme potencial no utilizado que tienen los océanos como herramienta de mitigación del cambio climático.
El océano es el mayor sumidero de carbono del planeta: absorbe el 25% de todas las emisiones de dióxido de carbono y nada menos que el 90% del exceso de calor atmosférico derivado del calentamiento global. Según un informe de 2023, las soluciones climáticas basadas en los océanos pueden situarnos hasta un 35% más cerca de los objetivos de reducción de emisiones para 2050, en una senda compatible con un aumento de la temperatura global no superior a 1,5 °C. Y la mitigación del cambio climático es sólo el principio; la salud de los océanos es fundamental para la creación de medios de vida sostenibles para las comunidades vulnerables de todo el mundo.
En junio se celebra el Foro de Economía y Finanzas Azules, cuyo objetivo es liberar un flujo de financiación hacia soluciones basadas en los océanos, con efecto positivo sobre la biodiversidad, que favorezcan el desarrollo económico y logro de las metas climáticas. El desajuste entre aspiraciones y financiación subraya la necesidad de soluciones financieras creativas, por ejemplo garantías con respaldo estatal o instrumentos de financiación mixta.
El Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado para financiación climática acordado en la COP29 ofrece la oportunidad de fijar metas ambiciosas y utilizar mecanismos innovadores que movilicen inversiones privadas a gran escala.
Pese a sus resultados decepcionantes, la COP29 ofreció un motivo para un cauto optimismo: un creciente reconocimiento de que acción oceánica es acción climática, idea que empezó a cobrar fuerza en 2019 durante el Diálogo sobre los Océanos y el Cambio Climático en la COP25 y se ha convertido en un poderoso movimiento que está generando un impulso hacia la adopción de soluciones climáticas basadas en los océanos. Pero para poner este impulso al servicio de acciones cuantificables (por ejemplo, crear más zonas marinas protegidas que cubran manglares y praderas submarinas o incrementar la descarbonización de la industria naviera) se necesitará colaboración internacional y multisectorial, y mucha más financiación. En preparación para el Foro de Economía y Finanzas Azules y después de él, una cosa debe estar clara: invertir en el océano es invertir en nuestro futuro colectivo.