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Jaime Izurieta: Elecciones y ciudades

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Las elecciones nacionales importan, pero las ciudades no pueden permitirse esperar

¡Qué elección más revuelta la que se viene! Demasiados candidatos, como en cada elección desde el “retorno a la democracia”. Cada candidato peor que el siguiente, como en cada elección desde hace veinte años. Un circo de propuestas inverosímiles en el mejor de los casos, y peligrosas en la mayoría.

Ante las pocas posibilidades de que el resultado de la elección represente un beneficio neto, yo propongo enfocarnos en la administración de la ciudad, como espacio donde los ciudadanos tienen oportunidad de aportar con iniciativas, trabajo y esfuerzo para mejorar las condiciones de vida.

Es en el nivel municipal donde la vida de las personas ocurre de manera más inmediata y tangible. Las calles, el transporte público, el comercio local y la seguridad en los barrios son las preocupaciones diarias. A pesar de los problemas económicos y de seguridad, un municipio abierto a iniciativas individuales puede marcar una diferencia real.

Un municipio no puede resolver el desempleo estructural, pero sí puede facilitar la apertura de negocios mediante procesos simplificados, desregulación y revitalización de espacios urbanos para atraer más actividad económica. Tampoco puede eliminar la delincuencia, pero sí recuperar espacios públicos y fomentar actividades comunitarias que refuercen la cohesión social y reduzcan el abandono de ciertos sectores.

El verdadero desafío para los municipios es comprender que su capacidad de transformación no depende únicamente de los recursos disponibles, sino de la voluntad política de dar un paso al costado y permitir la acción humana.

Las elecciones nacionales importan, pero las ciudades no pueden permitirse esperar. La creatividad, la innovación y la cercanía al ciudadano son las herramientas que permitirán construir comunidades más resilientes y dinámicas, a pesar de las condiciones adversas que vive el país.

El mensaje es claro: mientras se negocia el futuro del país desde los palacios de gobierno, los ciudadanos tienen el poder de actuar ahora. El cambio, aunque pequeño, empieza siempre desde lo local.