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Jaime Izurieta: Energía y economía local

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Descentralizar la generación eléctrica, haciendo que cada barrio, ciudad y comunidad participe en la producción

La crisis energética actual en Ecuador es el resultado previsible de un modelo de gestión inviable, que concentra la producción en manos del Estado. El sector público ha demostrado una incapacidad absoluta para gestionar adecuadamente la demanda energética y aprovechar los recursos naturales con los que cuenta el país.

Ante el momento crítico, es crucial repensar la forma en que generamos y distribuimos la electricidad, adoptando un modelo descentralizado, eficiente y robusto, que haga uso de los recursos naturales que rodean a cada ciudad y poblado del país.

La civilización progresa cuando existe energía barata y abundante.

Los ríos locales con caudal suficiente podrían aprovecharse instalando microplantas hidroeléctricas que generen energía constante y limpia. Esta tecnología, aplicada con éxito en regiones de orografía similar, permite a comunidades ser autosuficientes y resilientes. Además, Ecuador cuenta con un recurso poco explotado: la energía geotérmica. Los proyectos geotérmicos podrían estabilizar la red eléctrica y proveer una fuente confiable.

También es clave convertir residuos sólidos en energía, generando electricidad y biogás, transformando desechos en soluciones energéticas limpias y sostenibles, con beneficios adicionales para el medio ambiente y la gestión.

Un desafío adicional es que, en momentos de alta producción, el sistema no puede almacenar el excedente de energía, y gran parte de esa capacidad se desperdicia. A menudo es necesario reducir la producción porque no hay forma de almacenar la electricidad generada.

Un sistema descentralizado, operando a su máxima capacidad constantemente, puede garantizar que la energía esté disponible cuando más se necesita, absorber fallas en algunos de sus nodos, sin afectar la totalidad del sistema, e incluso aprovechar la energía sobrante para minar Bitcoin, generando una enorme riqueza.

Descentralizar la generación eléctrica, haciendo que cada barrio, ciudad y comunidad participe en la producción, es una estrategia que va más allá de la simple autosuficiencia.