Jaime Izurieta Varea | Departamento de Eficiencia Gubernamental
El Ecuador se encuentra en un estado de parálisis que resulta devastador para las empresas y las familias
La elección de Donald Trump ha causado escozor en muchos sectores institucionales. Su estilo no es apreciado. Sus propuestas no son comprendidas. Representa, dicen ciertas voces académicas e intelectuales, una amenaza.
Una de sus propuestas más interesantes es la del “Departamento de Eficiencia Gubernamental” o DOGE por sus siglas en inglés. Esta entidad, no gubernamental, será dirigida por Elon Musk y Vivek Ramaswamy. El mandato es identificar los cuellos de botella que impiden a la administración ser ágil, servir a la ciudadanía y usar recursos eficientemente.
En 2014, en un arrebato materia de otro artículo, accedí ingresar al servicio público para crear una oficina similar en el Municipio de Quito: la Oficina de mecánica urbana. Su objetivo era, como el nombre vagamente indica, desarmar el motor municipal para encontrar qué partes impedían que funcionara.
La lección más importante de esa historia se ilustra mediante la anécdota del zar Nicolás II de Rusia, que antes de ser ejecutado por los bolcheviques sentenció que él no había gobernado Rusia, sino que la gobernaban cientos de burócratas. Incluso un monarca absoluto ve su poder diluido frente a la inercia, el cálculo y la política.
Lo importante de esta larga introducción es la necesidad de tener conversaciones que tal vez son incómodas, y que tal vez desestimamos porque vienen de fuentes que no consideramos ‘serias’, ‘institucionales’ o ‘correctas’.
El Ecuador se encuentra en un estado de parálisis que resulta devastador para las empresas y las familias. Algunas de las razones son visibles: la inseguridad y los apagones, pero otras no. El impacto negativo de la configuración del sector público y el estrangulamiento del sector privado son el resultado directo de la sobreregulación y la obesidad administrativa.
Las soluciones frugales para los enormes problemas que se presentan a diario tienen el potencial de escalar y constituirse en grandes soluciones para los principales problemas del país. Pero la ley lo prohíbe.
Ecuador necesita urgentemente su propio DOGE.