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Jaime Izurieta Varea | IA y sabiduría urbana

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La inteligencia artificial nos ofrece la oportunidad de construir ciudades vivas, dinámicas y, sobre todo, humanas

Por años, el concepto de ‘Smart city’ fue una promesa de modernización impuesta desde las altas esferas del poder, diseñado detrás de un escritorio donde lo urbano se entendía desde la teoría y los simposios internacionales, lejos de la realidad de las calles.

Esquemas corporativistas, con presupuestos millonarios y aplicaciones ajenas a los problemas de la vida diaria, requerían imposiciones verticales que olvidan escuchar a quienes viven y respiran la ciudad todos los días.

Hoy, la inteligencia artificial (IA) está revolucionando áreas de alto impacto, desde diagnósticos médicos que permiten tratamientos más precisos hasta modelos de logística que optimizan la entrega de recursos. En paralelo, vemos cómo se descentralizan otros ámbitos como la educación y la información, donde el acceso a herramientas avanzadas ya no es exclusivo de grandes medios, corporaciones o gobiernos.

Esta tendencia marca un cambio profundo: la IA está comenzando a acercar soluciones y servicios de alto nivel directamente al ciudadano, empoderando a las comunidades con recursos que habrían sido impensables hace menos de una década.

En la administración urbana, el potencial de la IA es prometedor. Aplicaciones de IA ahora pueden apoyar a los creadores de políticas públicas a comprender mejor las necesidades de sus comunidades mediante datos actualizados y precisos.

Desde herramientas que identifican patrones de movilidad urbana hasta modelos predictivos que permiten anticipar conflictos en textos legislativos, los gobiernos locales pueden usar la IA para crear políticas y legislación más adaptadas a la realidad y menos dependientes de suposiciones teóricas.

La gestión municipal debe apoyarse en herramientas flexibles y accesibles que evolucionen con la ciudad misma. Al final, el verdadero valor de una ‘ciudad inteligente’ reside en su capacidad para escuchar, interpretar y responder a las voces de sus habitantes.

La inteligencia artificial, aplicada desde la base y al servicio de la comunidad, nos ofrece la oportunidad de construir ciudades vivas, dinámicas y, sobre todo, humanas.