Lenín Moreno Garcés: Con las dictaduras no se dialoga... Se las derroca
Siempre he manifestado: con las dictaduras no se transa; a las dictaduras se las derrota y derroca
La historia se repite. El guion es el mismo. Hace unos meses, para una conferencia por la democracia, yo escribía:
Chávez ganó gracias a un discurso que apuntaba a la esperanza más íntima y las más caras necesidades de la gente. En un inicio, el pueblo ilusionado veía cómo sus sueños se hacían realidad. El pan y circo funcionaron un buen tiempo, hasta que el líder se transformó en caudillo y su sucesor en dictador.
Las dictaduras acostumbran llamar a elecciones para disfrazarse de demócratas. Cuando el resultado les es adverso, lo desconocen. Hace poco, el dictador Maduro defendió su triunfo supuestamente legal, así como la legalidad de las instituciones que han fallado a favor de él.
Lula ha sugerido incluso la posibilidad de repetir las elecciones. Un absurdo; porque ni el dictador la va a aceptar, ni los demócratas querrán volver a sufrir una circunstancia similar. El proceso fue un calvario, como acostumbran: se incumplieron los Acuerdos de Barbados, se impidió la calificación de la candidatura más popular, se abusó de la propaganda en medios gubernamentales, se argumentó ‘hackeo’ de sistemas y -por último- se ocultaron las actas de escrutinio.
Ahora contamos con una grande y esperanzadora diferencia: la presencia de María Corina Machado, valiente líder y portavoz de la inmensa mayoría que clama por libertad y justicia.
La votación en el parlamento español reconociendo a Edmundo González como el presidente electo de Venezuela deberá tener rebote en la Unión Europea para que todos los presidentes de esas democracias se unan al respaldo a un dignatario legítimamente elegido.
Mientras, el famélico pueblo venezolano sigue en las calles y eso es extremadamente peligroso. No van a estar perennemente ahí. El pueblo que protesta, o se cansa o se acomoda o se atemoriza. Y tenemos el agravante de que, al igual que en la oscura época nazi, sus casas han sido marcadas y a la vuelta de la esquina les espera un garrotero en sus obsequiadas motocicletas para lacerarlos o desaparecerlos.
Hace pocos días, en un foro convocado por la OEA, Asdrúbal Aguiar, secretario general de IDEA (Iniciativa Democrática para España y las Américas), se refirió a la grave situación de la democracia en Venezuela: “… luego de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio fueron desmontados todos los elementos esenciales y componentes fundamentales de la democracia. No uno, sino todos”.
Para luego concluir: ¿qué hacer? El Consejo Permanente debería designar con urgencia a un grupo experto independiente que evalúe la cuestión venezolana, a la luz de los predicados de la Carta Democrática Interamericana... y, ante situaciones concretas de violaciones del derecho a la democracia, en cada caso y como tutela efectiva, puede demandar de la Corte (Interamericana) la adopción de medidas provisionales, por medio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”.
El guion continúa: ante las protestas populares y el multitudinario pronunciamiento de organismos, autoridades, gobiernos, academia, senados… muy ágilmente Maduro y su grupo se presentan como conciliadores y propiciadores del diálogo.
Siempre he manifestado: con las dictaduras no se transa; a las dictaduras se las derrota y derroca.