Claudia Tobar | Mujeres en ascenso

En Ecuador, solo el 43 % de las mujeres tienen acceso a servicios bancarios
De acuerdo con el Informe Global sobre la Brecha de Género de 2023, se estima que necesitaremos 131 años para alcanzar condiciones salariales igualitarias. Esto significa que muchas de nosotras no estaremos presentes para disfrutar de esa igualdad, a pesar de que nuestra preparación, dedicación y desempeño sean equiparables a los de los hombres. La desigualdad es un problema multifactorial, y existen numerosas variables que influyen en este fenómeno. Una de las más significativas es la falta de acceso o uso de servicios financieros por parte de las mujeres.
En Ecuador, solo el 43 % de las mujeres tienen acceso a servicios bancarios. Aunque diversas instituciones financieras han diseñado productos específicos para mujeres, con beneficios dirigidos a atraer a este sector a la formalidad, persisten barreras emocionales y culturales que impiden que muchas mujeres se acerquen a estas entidades.
Numerosas mujeres expresan temor al rechazo o a que se les solicite la presencia de sus esposos para realizar trámites. Además, muchas no cumplen con los requisitos mínimos para acceder a créditos. Según el BID (2023), el 53,1 % de las mujeres en Ecuador trabajan en la informalidad. Esta forma de empleo, a menudo adoptada por responsabilidades domésticas o de cuidado, presenta desafíos como la falta de acceso a seguridad social o ingresos fijos. Este escenario limita las oportunidades de inversión y crecimiento. Además, ciertas entidades financieras requieren que las mujeres presenten un garante, generalmente su pareja, para acceder a créditos.
La burocracia en los procesos de solicitud de créditos es otra barrera. Considerando que las mujeres dedican cerca de 74 horas semanales a labores no remuneradas, además de sus empleos formales, ¿cuándo pueden encontrar tiempo para cumplir con todos los requisitos necesarios?
Para cerrar esta brecha es imperativo modificar las reglas y facilitar el acceso. Apoyar a las mujeres no solo es cuestión de justicia e igualdad, sino también de reconocer el potencial del valor económico y de desarrollo que aportan como empresarias, emprendedoras y generadoras de empleo.