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Claudia Tobar: El suicidio es problema de todos

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No permitamos que las estadísticas aumenten y convirtámonos en activistas para la conciencia y el cambio.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) el 10 de septiembre se celebra el Día de Internacional de la Prevención del Suicidio. Datos de la Organización Panamericana del Salud nos cuentan que el 2019, 97.339 personas murieron por suicidio en la región de las Américas, y se estima que 20 veces ese número puede haber realizado intentos de suicidio. En Estados unidos una persona muere por suicidio cada 11 minutos. Es, en algunos países, la causa número uno de muerte y en el mundo se ubica como la cuarta más común en personas entre los 19 y 29 años. Si estamos advertidos de la magnitud de este problema, ¿estamos haciendo suficientes esfuerzos para su prevención? La pandemia lo visibilizó y atrajo atención, lo que permitió el desarrollo de nuevos programas que apoyen en la prevención y atención. Sin embargo, esos esfuerzos nos son suficientes. Los problemas de salud mental son varios y tienen distinta sintomatología y condiciones, por eso los tratamientos difieren; muchos resultan muy costosos, con frecuencia inaccesibles para la población en general. Los seguros privados y estatales excluyen tratamientos psicológicos de sus coberturas, lo que hace imposible tener una verdadera prevención. La terapia psicológica es clave para el tratamiento de estos pacientes y requiere de seguimiento y larga continuidad; para muchos pacientes eso es inaccesible. Mientras permitamos que los sistemas de salud no contemplen la salud mental como parte esenciales de su cuidado, realmente no entenderemos el concepto de salud. Las aseguradoras deben sumarse al cambio, ofreciendo planes de cobertura que ayuden a quienes sufren en silencio a recibir el cuidado adecuado. Las empresas potencialmente son una fuente de apoyo para todos sus colaboradores. Programas de soporte interno, tiempo para el autocuidado, grupos de apoyo, contemplar días de ausencia por salud mental, son estrategias que aportan positivamente. La solución no es sencilla, pero la problemática nos invita a buscar soluciones multidisciplinarias e intersectoriales que permitan dar una mano a quienes podrían ser víctimas del suicido. No permitamos que las estadísticas aumenten y convirtámonos en activistas para la conciencia y el cambio.