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La unión hace la fuerza

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Glosamos parcialmente el Editorial de EXPRESO, relativo al execrable asesinato del candidato a la presidencia del hermano país Fernando Villavicencio

Dada la trascendencia de la inseguridad ciudadana que embarga al Perú y al hermano vecino Ecuador, a continuación, glosamos parcialmente el editorial del Diario EXPRESO de Ecuador, relativo al execrable asesinato del candidato a la presidencia del hermano país, Fernando Villavicencio. Un editorial preñado de valiosas iniciativas dirigidas a articular a una sociedad en total inseguridad, como la nuestra, intentando unir a su empresariado y a sus medios de comunicación, como estrategia para encarar la colosal ola criminal que embarga a la vecina nación. Como también le ocurre al Perú, hasta hoy abandonado a su suerte.

Según el editorial, el asesinato del presidenciable Fernando Villavicencio “es un atentado contra la democracia” que, en vez de amilanar a la ciudadanía, “la empodera para seguir su lucha por un mejor país, ante la ineficacia de las instituciones”. Y juzga que, tanto el empresariado como los medios de comunicación y los demás gremios, sopesan que “la lucha desde sus trincheras por un mejor país” se ha vuelto tan pivotante que, “en las circunstancias adversas, los compromete a redoblar esfuerzos (…) Permanentemente hemos señalado que la lucha anticorrupción le corresponde a la sociedad civil, porque las diversas instituciones del Estado se protegen entre sí” (como vemos suceder a diario acá entre el poder Judicial, la Fiscalía y tantas otras reparticiones estatales). Por tanto, dice el editorial, “Ante la indefensión, la ciudadanía tiene un rol fundamental de denuncia, de acción permanente y presión sobre las instituciones del Estado, que han demostrado su incapacidad, incluso alrededor del crimen de Fernando Villavicencio”.

Agrega que, a juicio de la Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos (Aedep), “los medios toman relevancia clave de denuncia y fiscalización al poder público. Ese es el rol que requiere la democracia; nuestro compromiso es no callarnos (...)”. Y admite que ese esfuerzo ha convertido a los medios de comunicación en objeto de ataques políticos, cuando cumplen “una labor necesaria para dar respuesta a los ciudadanos sobre los entretelones del poder e, incluso, el mal manejo del Estado (…) . Tenemos la tarea de luchar contra la desinformación y manipulación de la información”. Y pide no sucumbir a la inmediatez, reclamando a los comunicadores que sean “responsables con los datos que publican, verificando todas las informaciones. Trabajemos con buenos contenidos. A eso se llama profesionalismo y credibilidad”.

Por su parte, a los ciudadanos les reclama “ser sensatos al compartir información replicada en redes sociales”, instándoles a recurrir a los medios oficiales y a los medios tradicionales “porque sus comunicadores son veraces y las notas periodísticas siempre están a la vista”, mientras que las redes sociales “son anónimas y están llenas de irresponsabilidades’, concluye.

El ejemplar editorial acaba advirtiendo: “La sociedad civil seguirá tomando las acciones necesarias para cambiar este panorama, aunque el Gobierno permanezca ausente”. Radicalmente diferente enfoque a lo que sucede acá, estimulado por esa incontrolable desunión que caracteriza a los peruanos. ¿Hasta cuándo toleraremos que los caviares permanezcan partiendo en dos al Perú, ahondando nuestra miseria en vez de multiplicar nuestras riquezas?