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Jaime Izurieta | La ciudad de 15 minutos

La humanidad construyó por siglos ciudades ajustadas a la escala humana

Cincinnati, en el estado de Ohio, es una ciudad con un gran pasado industrial y productivo, y con un legado arquitectónico bellísimo, producto de una ola migratoria procedente de Alemania, que trajo costumbres y cultura al nuevo mundo.

Hace unos días se celebró allí el Congreso para el Nuevo Urbanismo. Este movimiento, inaugurado en 1993, plantea un retorno a prácticas urbanas con escala humana. Algo similar al urbanismo de antes de la Segunda Guerra Mundial, como el que se encuentra en los centros de Guayaquil o Cuenca.

Uno de los conceptos más humanizantes del Nuevo Urbanismo es el del “atractivo peatonal”, o la característica de una ciudad que hace que la gente prefiera desplazarse caminando por sobre otros medios de transporte.

Para alcanzar esta cualidad, un vecindario debe reunir ciertas características que le hacen atractivo: acompañan y entretienen al peatón durante la caminata, y cuentan con suficientes puntos a los que se desea caminar, tales como tiendas, servicios, iglesia, escuelas, etc.

De esas reflexiones surge el popular concepto de la “Ciudad de 15 minutos”. El promotor de esa iniciativa, Carlos Moreno, de grata recordación en Ecuador por su aporte a la digitalización del gobierno de la ciudad de Quito, dio el discurso plenario en Cincinnati.

La humanidad construyó por siglos ciudades ajustadas a la escala humana, accesibles y fáciles de atravesar a pie, con todos los servicios necesarios, a 15 minutos de caminata. Durante el siglo XX, en nombre de la innovación, nos empeñamos en cambiar las reglas, tácitas y consuetudinarias, con las que nuestros predecesores fueron ajustando las condiciones del hábitat humano a los avances de la tecnología y la sociedad.

Esas reglas nuevas, noveleras, han creado la mayoría de problemas urbanos que hoy padecemos. La ciudad de 15 minutos nos plantea un retorno a normas de convivencia y construcción que nos permitieron crear riqueza y mejorar nuestra calidad de vida. A veces, la innovación es, simplemente, corregir un curso que se perdió para reencontrarse con la prosperidad.