Jaime Izurieta: Ciudades que se pagan solas
Cuando agentes privados participan en la sostenibilidad de la infraestructura pública se reduce la carga fiscal
Las inversiones públicas en proyectos urbanos suelen justificarse por su impacto social, pero a menudo se pasa por alto su sostenibilidad. Se inauguran mercados, parques y centros culturales con gran pompa, pero sin un plan claro de operación que garantice su mantenimiento sin recurrir constantemente a fondos públicos.
De manera predecible, años después de estas inauguraciones, las cubiertas empiezan a gotear, las paredes sufren humedad y los pisos se cuartean. Entonces, el único recurso de los administradores es solicitar a la autoridad que realice las reparaciones.
Cada dólar destinado a reparar edificios de entidades públicas que no logran sostenerse financieramente es un dólar menos para nueva infraestructura o programas de desarrollo.
Hace años, en uno de mis primeros trabajos en la Empresa del Centro Histórico de Quito, comprendí que la transformación urbana no puede depender solo de la voluntad política o el espíritu de servicio. Necesita sostenerse económicamente.
Esquemas como la donación de impuestos que financió corporaciones públicas de inusual eficiencia, como la mencionada ECH o la Corporación Vida Para Quito, o la preasignación de recursos que sostuvo el Fondo de Salvamento en Quito, son experiencias que podrían revivirse con voluntad política, pero dependen igualmente de recursos públicos y recaudación fiscal.
Las ciudades deben entenderse como plataformas que faciliten la inversión privada en sectores estratégicos. Mercados, centros culturales y parques pueden convertirse en motores económicos si cuentan con modelos de gestión sostenibles. En muchas ciudades los ingresos inmediatos provienen de membresías y patrocinios, mientras que las inversiones en negocios innovadores ofrecen soluciones urbanas y sostenibilidad a largo plazo.
Cuando agentes privados participan en la sostenibilidad de la infraestructura pública se reduce la carga fiscal y se fortalece la economía urbana. La inversión pública es más efectiva cuando crea condiciones para que las empresas prosperen, pero es la iniciativa privada la que genera riqueza y sostiene el tejido urbano.