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Monitorear la calidad del aire como corresponde

El primer objetivo debería ser crear un registro anual y fiable de la contaminación de PM2.5 en todos los países

Todos los años, la Organización Mundial de la Salud resume el progreso global del control de la malaria. Detalla la cantidad de casos en los países afectados, muestra cambios interanuales, traza objetivos y evalúa el panorama de financiamiento actual. Naciones Unidas produce un informe anual similar para VIH/SIDA. 

Este monitoreo regular de los problemas graves de salud pública es esencial para abordarlos efectivamente, porque puede ayudar a canalizar recursos hacia donde más se los necesita e identificar intervenciones que estén dando resultado. En cambio, no existe un registro confiable y actualizado de la contaminación ambiental, un riesgo sanitario que cobra mayor cantidad de vidas que la malaria y el VIH/SIDA juntos. 

Las partículas en suspensión, forma de contaminación ambiental muchas veces asociada con el polvo y el humo, fueron la principal causa de la carga de enfermedad del mundo en 2021, y se ha confirmado que como consecuencia de ello la expectativa de vida promedio cayó 1,9 años. 

Esta contaminación también estuvo asociada a más de 700.000 muertes de niños menores de cinco años en 2021, lo que la convirtió en el segundo factor de riesgo de muerte más alto en este grupo etario. La principal autoridad del mundo en materia de calidad del aire es la OMS, que produce globalmente estándares influyentes para niveles de contaminación. 

Sus lineamientos más recientes, publicados en 2021, apuntaban a mejorar los estándares de calidad del aire con la reducción del nivel recomendado de partículas en suspensión finas (PM2,5) de diez microgramos por metro cúbico a cinco. La OMS también compila datos sobre las partículas en suspensión anuales en ciudades en todo el mundo a través de su base de datos de la calidad del aire ambiente, que se alimenta principalmente de mediciones de los gobiernos y que se actualiza cada dos o tres años. Pero muchos países en África, América Latina y Asia -responsables de un porcentaje desproporcionado de la carga sanitaria como consecuencia de la contaminación ambiental- no tienen mediciones completas, y cuatro de los países más contaminados no tienen ninguna. 

Esta falta de datos hace imposible medir el progreso global o garantizar una asignación estratégica de recursos. Los datos generados por satélite podrían llenar estas lagunas. No existe sin embargo una base de datos definitiva. Para abordar el problema de contaminación ambiental en el mundo hace falta una visión clara del panorama global. 

Afortunadamente la generación de un sistema que controle regularmente el progreso colectivo en cuanto a reducción de partículas en suspensión, con mecanismos incorporados para ayudar a mejorar los esfuerzos de recopilación de datos en los lugares más contaminados, es tecnológica, logística y políticamente factible. Las organizaciones filantrópicas y para el desarrollo global tendrán que proporcionar recursos financieros y humanos significativos. Varias agencias de NN.UU. podrían albergar o coordinar estos esfuerzos de recopilación de datos y generación de capacidad. 

E instituciones como el Banco Mundial, bancos regionales de desarrollo, donantes bilaterales y organizaciones filantrópicas deben ayudar a financiarlos. Existe la necesidad urgente de una acción colectiva internacional para abordar este desafío, local, pero con consecuencias globales. El último informe sobre reporte y monitoreo de calidad del aire publicado por Our Common Air aborda problemas clave en las recomendaciones de la comisión. Hemos enfrentado con éxito desafíos sanitarios globales en los últimos años y al hacerlo creamos un libro de tácticas que se puede aplicar a otros. ¿La comunidad internacional lo usará para enfrentar el mayor riesgo externo del mundo para la salud humana?