Diana Acosta-Feldman | Descarados
Sorprende que la Fiscalía no haya ido aún tras los peces gordos de la corrupción
Uno de los problemas por resolver para combatir la corrupción y criminalidad en nuestro país es la depuración y reestructuración de la Función Judicial. Mientras continúe funcionando la puerta giratoria de la justicia, como la he denominado en varios de mis artículos, no se tendrá un precedente serio ante los corruptos y criminales del Ecuador.
¿Cómo es posible que en uno de los casos más sonados del gobierno anterior se pretenda solicitar que se deje fuera a la cabeza y pieza fundamental del mismo? Si esto llegara a ocurrir, ¿qué nos espera para los casos de delincuencia común? Por ello tienen razón los miembros de la fuerza pública, cuando se quejan por la falta de apoyo de la Función Judicial en las tareas emprendidas para terminar con la escalada criminal que nos azota.
Evidentemente, los delincuentes siempre dirán que son inocentes, los corruptos siempre querrán seguir robando sin que los juzguen, eso no es novedad, no nos sorprende en el país donde los corruptos y descarados no aceptan sus delitos pese a las pruebas contundentes; pero si el juez que conoce la trama de corrupción del caso Encuentro falla reñido a la ley, dejando libre al Gran Padrino, no solo sería impresentable, sino que confirmaría que la metástasis de la corrupción todavía mantiene secuestrada a la justicia, dejándonos a nuestra suerte y en manos de delincuentes.
Sorprende que la Fiscalía no haya ido aún tras los peces gordos de la corrupción, pues los que están en La Roca o con arresto domiciliario no son todos los que son; solo caen los operadores, mientras las cabezas siguen gozando a sus anchas del dinero robado.
Si la fiscal y los jueces que conocen estas tramas de corrupción en el sector público no dan el ejemplo y empiezan a encarcelar a las cabezas de las mafias criollas, a esos corruptos que a costa del tráfico de influencias en ciertos gobiernos se hicieron millonarios, a los que piensan que el poder político los acredita a manejar el país como su huasipungo, permitiendo la impunidad de los peces gordos, las esperanzas de que este país cambie se habrán esfumado.