Diana Acosta-Feldman | Descomposición social
Como sociedad no podemos seguir siendo indolentes ante la descomposición social que vivimos
Como madre, como persona, me indigna y repudio la execrable noticia de que en un viaje organizado por un grupo de padres y estudiantes de un colegio de Guayaquil una estudiante habría sido violada por un grupo de ‘compañeros’. No terminaba de digerir la noticia, cuando a los pocos días supimos de otro escándalo, una segunda estudiante víctima de violación en el mismo viaje. Pocas horas después se denunció un tercer caso de violación ocurrido dentro de la misma institución, en donde la víctima es una menor de cinco años.
Con seguridad, todos estos casos serán llevados a la justicia penal, sin embargo, conocemos del grado de descomposición social que atravesamos cuando por las acciones emprendidas por la Fiscal dentro del operativo Purga conocimos la podredumbre de nuestro sistema judicial, donde más de la mitad de los jueces de lo Penal de la Corte Provincial de Guayas están presos por presunta corrupción.
¿Qué justicia nos espera? ¿Qué nos ha pasado como sociedad? ¿Qué está pasando con nuestros jóvenes? Ya no hay valores ni formación moral en muchos de los hogares y colegios.
La sociedad tiene que castigar a esos jóvenes que violan y adultos que roban, quienes creen que con el poder de su sucio dinero pueden comprar su impunidad y no pagar sus delitos. No más padres alcahuetes de hijos delincuentes, no más jueces comprados ni auspiciados por delincuentes.
Gracias a esas mujeres valientes, como la fiscal y como las niñas víctimas de violación que no callan, estamos perplejos ante la preocupante decadencia moral del Ecuador. Vivimos en una selva donde la mujer es culpable de que la agredan, de que le falten el respeto, de que la golpeen, de que la abusen, de que la violen y hasta de que la asesinen.
Las mujeres de este país exigimos justicia a la Fiscalía y a los pocos jueces penales que quedan en la decadente provincia. No más corrupción, no más complicidad, no más delincuentes fugados, no más niñas violadas.
Como sociedad no podemos seguir siendo indolentes ante la descomposición social que vivimos, porque si callamos seremos cómplices.