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Diana Acosta-Feldman | Inocentadas

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La Justicia debe ser buena con la gente honesta de verdad y no con los delincuentes ‘inocentones’

Por un momento pensé que nos encontrábamos en el mes de los inocentes, pues lo que se les escucha decir, sin ningún pudor, a algunos procesados en casos penales, tanto dentro como fuera del país, solo pueden ser inocentadas.

La primera fue escuchar al delincuente sentenciado excontralor Pólit, decir que pese a que él, ciertamente, es un delincuente condenado en Estados Unidos por robarse el dinero de los ecuatorianos en coimas y lavar los sobornos con la compra y venta de bienes inmuebles, pide comedidamente que le den una sentencia reducida porque simple y llanamente él es un delincuente “buena gente”, “bondadoso”, “un hombre bueno” que con los millones de dólares robados a los ecuatorianos “ayuda a su familia y amigos” y que por ello, que lo metan preso, pero menos años. ¡Pero, caramba!, ¡qué buena gente y generoso el delincuente con billete ajeno!

La segunda inocentada nos cayó como una bofetada a los ecuatorianos y vino nada más y nada menos que del Gran Padrino. Al puro estilo del Chapulín Colorado, afirmó que es un hombre honorable y que todo lo que le imputan ocurrió porque “abusaron de su inocencia”.

‘Ignorantia iuris non excusat’ (la ignorancia de la ley no excusa), y no porque los delincuentes se autodenominen buena gente, bondadosos y hasta honorables, implica que deban ser exculpados de sus delitos.

En un país donde equívocamente se cree que ser honorable es tener dinero, sin importar los medios que se usaron para conseguirlo, es simplemente muestra de que la escala de valores se ha perdido. Es parte de vivir en un sistema plagado de corrupción, donde la palanca y el poder siguen teniendo la razón.

La que sigue abusando de la inocencia de los ecuatorianos es la Fiscalía, que en ciertos casos va a la velocidad del rayo y en otros, como el Caso Encuentro, va a paso de tortuga ‘buena gente’. Esperemos que no traigan entre manos otra inocentada.

La Justicia debe ser buena con la gente honesta de verdad y no con los delincuentes ‘inocentones’ y autodenominados ‘honorables’ de cuello blanco, que con sus argucias y zoquetadas’ ya’ a nadie convencen.