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Carta a Santa

Avatar del Diana Acosta

Los demás sacos no entran en el trineo, se nos quedan muchos en el camino, junto a un Santa dubitativo, en la encrucijada de arriesgarse a venir por nuestro país o continuar su gira hacia destinos seguros, donde no corran peligro sus renos. ¡Feliz Navidad!

Llega la Navidad y Santa está abrumado con los deseos desesperados de los ecuatorianos. Los ayudantes de Santa distribuyeron los pedidos en tantos sacos como pudieron.

El primero, sobredimensionado, repleto de solicitudes de mayúsculos milagros: para que la podrida Función Judicial sea expurgada de toda la corrupción enquistada en sus entrañas. Todos lo saben, el Gobierno lo domina, pero nadie dice y hace nada al respecto. Tenía que un embajador con personalidad, denunciar firmemente, que nuestro “sistema legal solapa la corrupción con leyes que benefician a delincuentes; compra de jueces con fallos que son un mero camuflaje para proteger a narcos, matones o sus testaferros pagados para lavar su cara, su plata y su imagen pública”. Esta vez la ‘Navidad’ la hicieron un puñado de jueces chuecos al liberar a unos cuantos delincuentes, sin importarles las víctimas que dejaron en el transitar de sus fechorías.

El segundo saco lleno de vehementes anhelos está dirigido a la tremenda Corte… Constitucional, para que de una vez por todas se pronuncie sobre el uso abusivo de las garantías jurisdiccionales por parte de abogados bribones, que deberían ser sancionados por prestarse para esta sátira constitucional. Todos esto inmorales no deben usar la majestad de la acción de protección para eludir responsabilidades.

En el tercer saco van los deseos para que el Ejecutivo cumpla con su palabra y de una vez por todas nos baje los impuestos a los honestos, cobrándole a quienes evaden; pero no lo hace. Que también se ponga a recuperar lo robado a los ecuatorianos, porque hasta ahora ha sido mucho ruido y pocas nueces. Ojalá tome el control del sistema penitenciario, que controlan las bandas criminales. Queremos un Ecuador con más y mejores oportunidades y no secuestrado por el crimen, terror e impunidad.

Los demás sacos no entran en el trineo, se nos quedan muchos en el camino, junto a un Santa dubitativo, en la encrucijada de arriesgarse a venir por nuestro país o continuar su gira hacia destinos seguros, donde no corran peligro sus renos. ¡Feliz Navidad!