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CNE, el convidado de piedra

Avatar del Diana Acosta

Lastimosamente, el CNE se ha convertido en un convidado de piedra, que se mantiene inerte ante la flagrante violación a la ley

La actual carrera electoral es bastante peculiar. Por primera vez, nadie pone en duda que el candidato del correísmo encabeza la lid y con buena distancia del segundo, gracias a Lasso y su desastroso gobierno. Ahora todos se pelean por ese segundo lugar y por pasar a la segunda vuelta. Por ello, mientras más reviso las encuestas, menos las creo; sigo sosteniendo que muchas tienen ‘ayuda’ para colocar segundo al que las paga.

La buena nueva es que todas las encuestas coinciden en que sí habrá segunda vuelta y eso es bueno para el país. Lo malo es que, en nombre de la democracia, aún se permite la participación de cualquier persona en la lid presidencial, sin democracia interna, sin primarias, ni participación de las bases, quienes utilizan el dinero del pueblo para saciar sus vanidades personales.

El Fondo de Promoción Electoral para estas elecciones asciende a 8’′706.647,22 de dólares, que salen de nuestros impuestos, y por ello es responsabilidad del CNE “controlar la propaganda y el gasto electoral” (art. 219.3 CRE), a fin de evitar los crónicos abusos que estamos viviendo.

El negocio electoral debe parar, no puede cualquier hijo de vecino, sin partido ni estructura, pretender jugar a hacerse conocido con el dinero del pueblo. La nueva Asamblea debe reformar esta barbaridad para que quienes saquen en las elecciones presidenciales menos del 5 % devuelvan las aportaciones recibidas. Lastimosamente, el CNE se ha convertido en un convidado de piedra, que se mantiene inerte ante la flagrante violación a la ley, en la que incurren los presidenciables que, a vista y paciencia de las autoridades, entregan todo tipo de dádivas a sus potenciales seguidores.

Si la normativa y la estructura de control son insuficientes, como tanto se quejan, incorporen a un grupo de funcionarios electorales para que en calidad de inspectores de campo supervisen y reporten los incumplimientos, para que, de una vez por todas, el CNE deje de hacerse de la vista gorda frente a las infracciones electorales graves que cometen a diario los candidatos.