Desconexión laboral

La jornada de ocho horas es una conquista laboral y un derecho irrenunciable e intangible de todo trabajador
La jornada de ocho horas es una conquista laboral producto de una ardua lucha por la reivindicación del movimiento obrero, que alcanzó su clímax el 1 de mayo de 1886 con una huelga en Chicago, en la que muchos mártires murieron producto de una sangrienta represión. Con el grito unísono de “ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa”, se conquistó una jornada laboral justa, de ocho horas diarias y 40 a la semana, que hoy gozamos.
Para muchos trabajadores es una amarga sorpresa enterarse de que el Ministerio del Trabajo, mediante el Acuerdo Ministerial 237, expidió las directrices para la desconexión laboral en el teletrabajo, determinando en su art. 12 que “una vez finalizada la jornada de trabajo, el empleador garantizará el derecho a la desconexión del trabajador, la cual será de al menos 12 horas continuas en un periodo de 24 horas”, dentro de las cuales el empleador no podrá establecer comunicaciones con el teletrabajador, ni formularle órdenes; con las excepciones previstas en el art. 52 del Código del Trabajo, que se refiere a causas excepcionales, como caso fortuito o fuerza mayor, que demande atención impostergable.
De la simple lectura podría inferirse que, si la norma ordena 12 horas de descanso, las restantes 12 deben trabajarse, sin embargo, el Código del Trabajo dispone que la jornada máxima de trabajo será de ocho horas diarias, de manera que no exceda de 40 horas semanales, por ende, cualquier minuto extra laborado debe ser pagado en cualquier modalidad de trabajo, con excepción de quienes ejercen funciones de dirección y confianza, quienes por ley no tienen derecho ni al pago por horas extras, ni a desconexión.
Una norma inferior no puede contradecir una jerárquicamente superior, por lo que es un error asumir que el decreto sugiere trabajar 12 horas diarias. Pasadas las ocho horas debe pagarse horas suplementarias, que no podrán exceder de cuatro en un día, ni 12 en la semana.
La jornada de ocho horas es una conquista laboral y un derecho irrenunciable e intangible de todo trabajador, incluidos los teletrabajadores.