Ley de reparto y corrupción

...perverso mensaje a los emprendedores: para ganar mercados no habría que esforzarse, pues unos funcionarios los repartirían desde su escritorio’.
El asambleísta Diego Esparza, de Zamora Chinchipe, quiere que se reforme la reciente ley de “emprendimiento e innovación” (del 28 de febrero de 2020). Y en el proyecto que presentó el pasado 26 de agosto explica sus motivos, diciendo que un “emprendimiento sin ventas está condenado a desaparecer [y que la] base principal de las iniciativas comerciales... ...radica en tener mercados...”. Hasta ahí, salvo la perogrullada, nada habría que objetar.
El problema es que el señor Esparza cree que los mercados, en lugar de ser ganados con esfuerzo, deben ser asignados por el Estado. Así como se lee, sin rodeo alguno. Veamos: “Es indispensable el involucramiento de los gobiernos locales para regular las actividades comerciales en sus áreas de competencia; esto garantizará que los productos locales tengan como principal mercado a sus ciudades de origen y son precisamente las autoridades de cercanía con la gente, las que conocen sus potencialidades productivas para que se pueda regular en los centros de comercialización de productos la cantidad y porcentajes por sectores que deben expenderse”.
Y sobre esa base -a la que no disimula en llamar “política de proteccionismo”- pide en su proyecto que se conceda a los municipios la facultad de dictar normas “...para garantizar que se oferte un porcentaje de productos locales en los comercios y centros de ventas ubicados en sus jurisdicciones urbanas”, y que las respectivas ordenanzas “deberán asegurar la venta de productos elaborados en cada localidad, según sectores económicos y productivos conforme a las características productivas de cada localidad”.
Que los municipios repartan mercados, pudiendo disponer que en sus jurisdicciones se venda tal porcentaje de bienes producidos o manufacturados localmente, sería perverso mensaje a los emprendedores: para ganar mercados no habría que esforzarse, pues unos funcionarios los repartirían desde su escritorio (con toda la invitación a la corrupción que eso implicaría). Si eso pasa, la ley dejaría de ser de “emprendimiento e innovación”. Sería de reparto y corrupción.