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Eduardo Carmigniani | Libertad editorial

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Con proyecto aprobado por la Asamblea Saquicela en julio de 2022 se volvió a la carga...

La primitiva Ley de Comunicación, de junio de 2013, pretendió coartar a los directivos de los medios su manejo.

Una de las cortapisas fue disimulada tras un mensaje buenista: a guisa de impedir la censura previa -que por definición prohibe que autoridades o funcionarios públicos se entremetan en lo que se va a publicar- la amplió a “cualquier otra persona que en el ejercicio de sus funciones o en su calidad revise, apruebe o desapruebe los contenidos previos a su difusión” (art. 18), es decir a directores o editores.

Semejante intromisión en la libertad de prensa fue corregida con la ley de febrero de 2019, que limitó la prohibición de censura previa a autoridades o funcionarios públicos, como siempre debió ser.

Mas como el afán de controlar a los medios independientes es insaciable, con proyecto aprobado por la Asamblea Saquicela en julio de 2022 se volvió a la carga, copiando igualito el texto original de la primitiva ley.

Eso fue vetado por inconstitucional por el presidente Lasso, quien argumentó, entre otras cosas, que se restringiría la libertad de prensa si se impidiese que los directores o editores de medios fijasen la línea editorial que a bien tuviesen.

La Corte coincidió (dictamen 3-22-OP/22): “la línea editorial se enmarca dentro de la libertad de prensa y garantiza el derecho y prerrogativa de los medios de comunicación de regirse por los principios, creencias e ideologías que mejor crean convenientes [e incluye el] derecho a rechazar los que contradigan su línea editorial o los valores y postulados que defienden, ya que la libertad de expresión necesariamente incluye el derecho de decidir libremente qué contenidos difundir” (párrafo 98). Y sobre esa base, por unanimidad declaró inconstitucional que la prohibición de censura previa incluya a directores o editores, pues con eso “se restringe directamente la libertad de prensa, al suprimir su derecho a mantener una línea editorial” (párrafo 104).

Resulta oportuno recordar hoy lo anterior. Y también que no necesariamente es correcto creer que la maldad muchas veces es solo estupidez.