El “chulco” contrataca

Que las entidades prestamistas cuenten con el historial de los aplicantes permite tomar decisiones más rápidas y apropiadas
De tiempo en tiempo vuelven las andanadas legislativas para pulverizar el sistema de referencias de crédito. En marzo pasado fue la asambleísta Rebeca Veloz (Santo Domingo de los Tsáchilas, UNES) con su proyecto de supuesta “justicia crediticia”. Ahora es el señor Mario Ruiz (Imbabura, Pachakutik) quien con proyecto entregado el 15 de diciembre vuelve a plantear la derogatoria total del sistema.
Como recordé en su momento, las referencias de crédito permiten “identificar adecuadamente a una persona y evaluar su riesgo crediticio, determinar sus niveles de endeudamiento, solvencia económica, así como su capacidad de endeudamiento y pago de obligaciones” (Código Monetario y Financiero, art. 357). Y según dicha norma, puede ser brindado a quienes “estén legalmente autorizadas a otorgar créditos o en general a las que requieran evaluar riesgo crediticio para la realización o seguimiento de negocios o transacciones económicas”.
Esa información facilita la concesión de créditos. Que las entidades prestamistas cuenten con el historial de los aplicantes permite tomar decisiones más rápidas y apropiadas, teniendo en cuenta, además, que los bancos son administradores de dinero mayoritariamente adeudado a los depositantes, y bien entendido, en todo caso, que quienes reportan la información con que se alimenta el sistema son responsables “de la legalidad, veracidad y vigencia de la información... y responderán civil y penalmente por sus acciones u omisiones dolosas en el reporte” (Código Monetario y Financiero, art. 358).
El argumento del nuevo pedido de derogatoria ya no es el de la “discriminación” ni el supuesto “impedimento para conseguir un préstamo” (como decía la asambleísta Veloz). El señor Ruiz ha sido más creativo. Dice que el historial crediticio es innecesario porque, para mitigar los riesgos de impago, hay garantías como prendas o hipotecas, de manera que el sistema de referencias crediticias “desconocería [esos] dispositivos de garantía”.
El absurdo es evidente. Primero, no todo demandante de crédito -pequeños emprendedores por ejemplo- cuenta con bienes para entregar en garantía, de manera que le conviene que el prestamista cuente con su historial. Segundo, el resultado de no tenerlo no va a ser que la banca entregue préstamos a la loca; por el contrario, exigirá información directa a quienes soliciten los fondos, encareciendo y demorando el proceso.
El “chulco” resultaría el gran beneficiado.