Justicia inútil

"...nuestros jueces, dando paso a melindres procesales vergonzosos, no procesan aún, pese al gigantesco desfalco"
La confesión de Odebrecht, a fines de 2016, no inauguró pero sí puso de moda el asunto este de que las autoridades estadounidenses sean nuestro principal aliado en la detección de corrupción en la administración pública. El problema es que en muchos casos la data queda solo para los registros en la prensa.
Luego de Odebrecht, en donde sí cayeron por sinvergüenzas desde el exvicepresidente Glas y su agente, el mochilero tío Rivera, vinieron en seguidilla -iré en desorden- las confesiones de Javier Aguilar, de Vitol, y de Raymond Kuhot, de Gunvor, acusados de haber aceptado que se soborne a altos funcionarios de Petroecuador para que entreguen sin concurso contratos a aquellas empresas, bajo el disimulo de que lo hacían a entidades de Omán o de Asia, en su orden, que eran mera pantalla. Hasta donde se conoce (ya sé que las investigaciones previas dizque son reservadas) nada se ha hecho localmente en estos casos, en los que se ha reconocido decenas de millones de dólares en coimas.
Caso aparte es la cloaca de Seguros Sucre. Los documentos de los casos en la Florida prueban que el intermediario de reaseguros Felipe Moncaleano instruyó pagar sobornos por 10,8 millones de dólares para obtener contratos con la aseguradora estatal, de los que USD 5’036.465 estuvieron destinados a Juan Ribas, su presidente, según confesión de este (por lo que fue condenado por conspiración para lavado de activos en la Florida). Pero -nuevamente, que se sepa- ningún proceso hay localmente en su contra por las coimas, asunto que no fue juzgado en Estados Unidos. El proceso que hay en Ecuador, contra el exfuncionario Romo-Rosales, no incluye a Ribas.
Broche de oro es el recientísimo descubrimiento en contra del charlatán lenguaraz Chérrez Miño, acusado penalmente por las autoridades estadounidenses de pagar sobornos en Estados Unidos a antiguas autoridades del Isspol para conseguir que “inviertan” con sus empresas, y a quien nuestros jueces, dando paso a melindres procesales vergonzosos, no procesan aún, pese al gigantesco desfalco.
En ese sistema tiene “éxito” Yunda.