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Fausto Ortiz: Certezas e incertidumbre

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Problemas existen, pero soluciones también

A lo largo de estas últimas semanas cada quien fue encontrando las respuestas que requirió escuchar. Al finalizar la tarde se irán disipando las dudas y finalmente contrastaremos lo que queremos con lo que realmente será.

La edad del electorado ha sufrido un cambio drástico.

Este fue un proceso electoral diferente. En algo menos de 20 años, observar a los candidatos y sus programas fue pasando de la pantalla de televisión a la del celular. Se mantienen la radio y los cierres de campaña, algunos de ellos multitudinarios, para mantener vigente la posibilidad de ganar ese voto, que en un número importante se decide en la soledad de la urna.

Hasta mayo 24 que arrancará el nuevo período presidencial, nos separan 104 días. La economía sigue su marcha, el gobierno, independiente del resultado, deberá trabajar duro para intentar corregir los problemas que nos agobian. Y los problemas no se presentan en función del candidato que sea escogido. Lo diferente será cómo quiera enfrentar lo que cada candidato desee priorizar y no hay mucho espacio para soluciones mágicas.

Empleo, seguridad, electricidad, pobreza, permeabilidad de fronteras y crecimiento deben aparecer como los principales problemas a corregir en el ámbito público. Las rutas, dependiendo de la cabeza de gobierno, serán las diferentes, mayor o menor impulso a la inversión extranjera directa, al financiamiento empresarial, a la inversión pública, a la producción petrolera, al endeudamiento y así entre otras.

Debería ser menos discutida la necesidad de insistir en nuevos impuestos para dejar atrás el ajuste y avanzar en la ruta del crecimiento. Todavía hay espacio para evaluar mejoras en el ingreso petrolero por una adecuada focalización de subsidios, en especial el diésel, ahora que el precio del petróleo no demanda grandes ajustes.

Mantener abierto el acceso a financiamiento será fundamental para poder cumplir cualquier plan que se quiera llevar adelante. No hay espacio para ‘apalancarse’ con atrasos presupuestarios o tomar ‘prestado’ de empresas públicas. Son más de USD 7.500 millones desde noviembre del año 2023 que hoy se contabilizan como deuda, pero debería ser cambiado por plata fresca. Hay que modificar la tarea para ir en búsqueda de nuevos recursos que, al bajar los atrasos, ingresen al sector real de la economía y contribuyan a la reactivación, y no solo lograr el consuelo de rebotar en 2025.

Problemas existen, pero soluciones también. Cada vez menos diferentes, aunque el tono de enfrentarlas cambie en función del gobernante de turno.

Las presiones fiscales no han desaparecido, se las percibe manejables, excepto el campo de salud y educación, que no se ha querido enfrentar pero que soporta planteamientos incrementales de asignación de recursos, en lugar de voltear la mirada, lo cual se viene haciendo hace ya varios lustros.

Desde mañana habrá menos populismo para sobresalir del montón y más definiciones de cómo se van a comportar al frente de los destinos del país. Que nos regalen institucionalidad sería una gran sorpresa.

Entrarán en juego también las relaciones internacionales y las coaliciones con los vecinos. Será la época del violín y dejarán atrás la guitarra.