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Fausto Ortiz: Ni cuentos, ni fantasmas

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Seguramente a los populistas de turno les interesa usar ese recuerdo que lo tenemos cada vez menos población

Hablar de aumento de precio de los combustibles y del impacto en el costo de la vida debe ser muy complicado en estas épocas dolarizadas. No es lo mismo que en el siglo pasado, cuando la gasolina extra pasaba por ejemplo de 410 sucres en 1991 a 1.460 sucres en 1992, para luego subir a 2.500 sucres en 1994 y ubicarse en 3.830 sucres en 1997, terminando en 11.960 sucres en 1999. En esas épocas no había forma de señalar que no impactaba en la población por los precios de los productos que se negociaban en sucres, mientras los salarios caminaban con bastante rezago para no perder poder adquisitivo.

Seguramente a los populistas de turno les interesa usar ese recuerdo que lo tenemos cada vez menos población.

Los jóvenes, que son la mayoría, con seguridad ni recuerdan que la extra, ya en dólares, a mayo de 2000 se compraba a $ 0,80 y que se ubicó en $ 1,43 desde 2003 hasta 2015, superando los $ 2 recién en el año 2020. Justo de 2015 a 2020 debe ser el período de menor inflación en toda nuestra historia dolarizada, incluso registra los tres únicos años de inflación negativa.

Si se cortan las carreteras por lluvias y no llegan los alimentos que se transportan con diésel, podría causar escasez y ello podría subir los precios por esa causa de manera temporal, para luego corregirse hacia niveles previos sin impacto en inflación, más allá del causado por el aumento de tres puntos de IVA, ya registrado en abril.

Por el anunciado incremento de algo más de 25 centavos de dólar en la gasolina extra, recomiendo bajar sus expectativas de variación de precios atribuible a esta subida.

Los últimos 12 meses de información disponible en el Banco Central del Ecuador (mayo 2023 hasta abril 2024) indican que consumimos 1.190 millones de galones anuales entre extra (48 %) y ecopaís (52 %).

Hasta mayo de 2024 el precio promedio del crudo ecuatoriano va en $ 70,7 y el Fondo Monetario Internacional (el otro fantasma), en sus estimaciones recientes para Ecuador, lo ubica en $ 67,5 para todo el año, lo que quiere decir que espera que en los siguientes meses pueda seguir cayendo.

El Gobierno ha mencionado que el subsidio en la gasolina extra supera los $ 600 millones (M) y seguramente es así. Si suponemos que no hay variaciones en el consumo para efectos de determinar el estimado de ahorro en subsidio, este aumento que llevará el galón a $ 2,72 le aportaría ingresos al Gobierno de $ 309M (una simple multiplicación entre el consumo y el aumento de precio).

Esos $ 309M quedan a mitad de camino de lo señalado por Finanzas, dando a entender que debió ser 50 centavos el aumento, pero prefirieron solo 26. Sirve. Ya habrá tiempo de ir viendo cómo funcionan los ajustes mensuales de 5 % hacia arriba y 10 % hacia abajo.

Si por otro momento suponemos que Petroecuador no tocará nada de esos recursos, el ingreso presupuestario que mejorará será el petrolero, que es ingreso no permanente y como tal deberá financiar gasto no permanente. La intención de incrementar bonos sociales no podrá usar este ingreso si la idea es mantenerlo de forma permanente.

¿Es plata adicional para gastar alegremente? La respuesta es no. Mientras tengamos elevado déficit fiscal, solo sirve para tapar huecos. Ni cuentos, ni fantasmas.