Fausto Ortiz | Inflación o consumo
Un poco de inflación nos vendría bien, sería una señal de mejora en la actividad económica y empleo, pero no es lo que se observa aún
En un par de semanas nuestras facturas de compra reflejarán el incremento del valor total como consecuencia del aumento del IVA, del actual 12 % al 15 % por la reciente reforma tributaria. Nuestro primer pensamiento al respecto seguramente es que esa subida de impuestos afectará al índice de precios, dando como resultado un aumento en su indicador denominado inflación.
El aumento de IVA ocurrirá en una economía que ha venido creciendo cada vez a un ritmo menor, es decir una economía que está atravesando un período de desaceleración y que recién en 2025 arrancará un nuevo inicio en su crecimiento conforme lo marca el comportamiento del ciclo económico.
En los últimos cuatro años, a finales de cada diciembre registramos una inflación promedio de 1,5 %, que es menos de la mitad de lo que registró El Salvador para el mismo período y la tercera parte de lo reportado para Estados Unidos. Panamá, el país con mayor ‘edad’ en haber adoptado al dólar como moneda propia tuvo una inflación promedio desde 2020 a 2023 de 1,3 % sin sobresaltos. El Salvador claramente sintió el impacto de la inflación de Estados Unidos (7,4 %) en 2021. Importó inflación de su principal destino de migrantes y terminó con 6,1 % en ese año y 7,3 % el 2022. Ecuador vio de lejos ese elevado incremento global de precios. En 2021 la inflación fue solo 1,9 % y repuntó en 2022 cuando llegó a 3,7 %, que hubiera sido un valor normal para el período 2007 a 2015.
Para los negocios será arriesgado optar por trasladar todo el incremento de IVA al consumidor final. En los últimos siete años se registraron tres años de inflación negativa, la última en año de pandemia, que lo explica fácil; en las otras la falta de una importante demanda luce como principal causa. El consumidor en algunos casos, ante aumento de precios, podrá buscar alternativas para evitar incrementos en su factura mensual. Seguramente observaremos cambios en sus hábitos de consumo y habrá que prepararse para ese momento por el lado de las empresas, bien sea con promociones al arranque del nuevo impuesto, nuevas presentaciones o fidelizaciones para sostener las ventas.
Un poco de inflación nos vendría bien, sería una señal de mejora en la actividad económica y empleo, pero no es lo que se observa aún.
De enero 2023 a enero 2024 cerca de 12.800 personas caen en el indicador de empleo pleno publicado por el INEC. Pasa de 34,8 % a 34,7 %, señalando que estamos lejos de mejorar las cifras de empleo.
Si hubiera que apostar, le iría más a una leve afectación al consumo y no a una mayor variación de precios. Es lo que hacen los impuestos. Nos tendremos que ir acomodando a ese nuevo entorno que debería ser compensado con una mayor cantidad de liquidez que ingrese a la economía como resultado de menos atrasos en pagos por parte del Gobierno, con la expectativa de que dichos recursos ingresen al sistema financiero y se conviertan en créditos productivos que recuperen empleo.
La parte compleja será la sincronización con las otras medidas que pueda adoptar el Gobierno y la potencial afectación en el entorno político de cara a los futuros procesos electorales. Mientras se vean resultados en la gestión de seguridad y se direccionen recursos a la economía, habrá espacio para avanzar en su plan.