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Control de daños

Avatar del Fausto Ortiz

El gobierno americano seguramente evaluó el motivo por el cual se generó la estampida de retiros y el enorme riesgo de contagio con otros bancos

En los últimos días hemos observado nerviosismo en los mercados internacionales por la situación financiera de un par de bancos americanos que generaron significativas pérdidas al tratar de cumplir y devolver recursos solicitados por sus depositantes. Fueron el Silicon Valley Bank y el Signature Bank los que generaron quiebras bancarias de tamaños algo menores a las observadas en la crisis financiera de 2008. El primer banco tenía como sus principales clientes a nuevas empresas de tecnología y el segundo hacía negocios con empresas de criptomonedas.

La composición de sus depositantes era poco concentrada en inversiones por debajo de USD 250.000, que es la suma de dinero garantizada por la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (nuestra ex-AGD o el actual Cosede), lo cual creaba un incentivo enorme de solicitar el retiro de sus depósitos para salir previo al colapso.

El gobierno americano seguramente evaluó el motivo por el cual se generó la estampida de retiros y el enorme riesgo de contagio con otros bancos; con seguridad marcó diferencia y distancia con la crisis de las carteras hipotecarias que causó la quiebra en 2008, y al final salieron en conjunto y de forma ágil a indicar que tanto la Corporación Federal de Seguros de Depósito y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos tomarían acciones que garanticen a todos los depositantes, independientemente del tamaño de sus depósitos. Estas acciones incluyeron programas adicionales de financiamiento debidamente respaldados por la Reserva Federal y destacando que no implicaba uso de impuestos de los contribuyentes para salvar a la banca. La solución fue clara. Se necesitaba controlar los daños. Limitarlos, que no pasen a contagiar al resto que, teniendo muy buena cartera, difícilmente podría enfrentar una brutal estampida de sus depósitos. Los efectos sobre la banca están aún por verse en las siguientes semanas. Algo similar ocurría con el Credit Suisse, que tuvo acceso a un financiamiento enorme del Banco Nacional Suizo por el desplome del precio de sus acciones en los últimos días. La crisis está lejos de haber terminado.

¿Cuánto afectarán a nuestras exportaciones? ¿Qué tan cerca están esas crisis de nuestra economía? Son las preguntas que nos hacemos ante las circunstancias que estamos observando.

Las exportaciones privadas en escenarios de estrés ocurridos en el pasado reciente, como la crisis financiera del 2008 o la guerra del año anterior, pudieron salir muy bien libradas en su conjunto al seguir creciendo su volumen exportable, y no hay muchos elementos para señalar que no ocurra lo mismo ante lo que acontece en el mercado bancario y de valores global.

El primer impacto de la crisis lo recibió el precio del crudo (WTI) que en marzo cae en picada, desde cerca de USD 80 a menos de USD 66 en estas primeras tres semanas. Nuestro crudo para el primer trimestre del año podría ubicarse en USD 64,6, apenas sobre el precio presupuestado para 2023, pero muy por debajo de los USD 87 del primer trimestre de 2022. Al mal nivel de exportación petrolera en barriles habrá que sumarle el bajo nivel de precio que disminuirá la contribución de ingresos al presupuesto en los primeros 90 días del año. El momento político no ayuda a identificar cómo controlar los daños.