Comida “de lujo”

Hay que recordarle al Legislativo que no estamos en época de bonanza petrolera, que el COVID acabó con la economía del país, que existe iliquidez fiscal, un IESS a punto de desaparecer por falta de fondos; desempleo, hambre y desesperación’.
Una vez más nuestra correctísima Asamblea da de qué hablar con soberanos sobreprecios en contratos de alimentación. Con ellos “si no es Juana es Chana”. Han sido la noticia de la semana luego de que salieran a la luz los valores irrisorios de los alimentos que consumen.
Y la historia no termina ahí. No basta con comerse una empanada de $ 6 (y aprender a quedarse callados); saltan y justifican que en esos $ 6 se pagan la logística, transporte, servilletas, platos y los cubiertos usados. Parece que nadie les ha contado que para comerse una empanada solo necesitan una mano y mucha hambre. La empanada puede ser para un profesor de escuela, para el presidente de la República o para la reina de Inglaterra y la harina costará lo mismo, la gasolina también y ¡jamás se la van a comer con tenedor y cuchillo! El chiste se cuenta solo.
Y la defensa es tan sosa como que esos valores también se manejan a nivel ministerial, es decir, en pocas palabras: si ellos lo hacen, ¿por qué yo no lo puedo hacer? Y no solo hablamos de comida, sino de gastos de hospedaje en hoteles de lujo con comidas carísimas y hasta masajes incluidos. Y ni qué decir de los celulares nuevos de alta gama que se entregan en la Asamblea, con llamadas e internet ilimitado; o sea que telefónicamente también tienen “bar abierto” y lo mejor es que el gasto de estos equipos no sale de sus bolsillos.
Hay que recordarle al Legislativo que no estamos en época de bonanza petrolera, que el COVID acabó con la economía del país, que existe iliquidez fiscal, un IESS a punto de desaparecer por falta de fondos; desempleo, hambre y desesperación.
Ya la presidenta de la Asamblea, Guadalupe Llori, se lavó las manos, afirmando que ella no se encarga de este tipo de procesos administrativos, pero sí se encarga de pedir hasta el reembolso del masaje que se hizo.
Es de no creer que este tipo de gastos estén regulados y normalizados a nivel de Estado. En actos especiales son justificables ciertos valores, pero no es el caso de la empanada.
Los mortales comunes salimos a la oficina con nuestra lonchera llena de comida.
El problema de nuestros gobernantes es que se les olvida que su misión es servir al pueblo y no servirse de él.