La necesaria unidad
"Esta unidad deberá comenzar por la propia Asamblea Nacional, cuyas nuevas bancadas se encuentran muy divididas"
Los ecuatorianos creíamos haber batido récord electoral, nacional e internacional, al haberse inscrito en el CNE 16 binomios presidenciales para que compitan en la primera vuelta de los comicios del domingo 7 de febrero. Sin embargo, nuestros vecinos del sur, los peruanos, nos superaron en número al inscribir a 18 binomios que las tantas agrupaciones políticas peruanas pusieron a consideración de su pueblo. Los dos finalistas para entrar al balotaje, que se cumplirá el 11 de junio venidero, fueron el dirigente magisteril Pedro Castillo, que representa a una izquierda extrema, casi estalinista y cabezona; y la hija del apresado y enfermo expresidente que representa al parecer a una derecha más bien populista.
Hago esta larga pero necesaria introducción para comparar con la nuestra la situación de quienes por años fueron nuestros enemigos hasta que Jamil Mahuad firmó la necesaria y tan esperada paz. Y bien, si en Perú se enfrenta la izquierda radical contra la derecha populista, por acá el enfrentamiento se dio entre la derecha, con un candidato banquero coaligado a un partido, el PSC (creado hace más de medio siglo por Camilo Ponce para modernizar al anacrónico conservadurismo) y el populismo representado por los correístas autores de lo que ellos llamaron la “década ganada”.
Pero la tal derecha que encabezaría Guillermo Lasso ha querido desprenderse de sus viejos cometidos. El futuro mandatario ha propuesto el consenso entre los ecuatorianos a través de una unidad entre todos los sectores políticos y sociales incluidos -¡oh sorpresa! - a los propios partidarios de Rafael Vicente, que desde Bélgica, al igual que su candidato Arauz, quien ya reconoció su derrota sin demostrar amargura, también ha felicitado al triunfador y le ha prometido colaborar con el nuevo gobierno que, felizmente, no ha querido reconocer las distancias siempre tan extensas que median entre los zurdos y diestros de la actividad política y ha prometido unir a todos en un solo montón.
Esta unidad, por supuesto, deberá comenzar por la propia Asamblea Nacional, cuyas nuevas bancadas se encuentran muy divididas. Y es que una Legislatura adversa haría imposible que esta unidad que se proclama se produzca con sus mejores efectos.