Fernando Insua Romero | Bin Laden ‘bueno’
Lo malo es que cuando el terrorismo islámico en su más dura expresión se vuelva contra nosotros...
¿Qué es la posverdad? Podría resumirse como una especie de mentira emotiva que en muchos casos implica distorsión de la realidad, primando las emociones y creencias personales frente a datos objetivos Así, prevalece el interés de una ideología, activismo o pensamiento por encima de los hechos, y estos pueden ser reinterpretados al antojo de un grupo determinado. Por ejemplo, cuando alguien usa camisetas de Hamás y niega que son terroristas, o cuando se es antinorteamericano y antisistema y se niega que Al-Qaeda ejecutó los atentados del 11 de septiembre de 2001. Es más fácil afirmar sin prueba alguna, más allá de algunos videos de alguna red social, que EE. UU. se autoatentó para poder tener petróleo de no sé qué países, como si necesitara de eso para hacerlo. Este pensamiento, que pedía ser respetado en su momento, ha provocado que en pocos años jóvenes crezcan con la idea de que los terroristas son los ‘buenos’ y ‘Occidente’ el malo, solo porque lo dicta su teoría de conspiración favorita. Esto me recuerda el escándalo Sokal, un engaño ideado por el físico Alan Sokal de la Universidad de Nueva York a la revista Social Text, prestigiosa publicación de humanidades de la Universidad de Duke, para exponer al equipo editorial de la revista académica y poner de manifiesto su falta de rigor y evaluación a la hora de aceptar trabajos para su publicación. El artículo era absurdo por completo; afirmaba que la gravedad cuántica era un “constructo social”. El físico se burlaba así de la terminología de esa revista parcializada ideológicamente. Logró que publiquen su broma, demostrando que no verifican si es verdad algo que publican con tal de que esté alineado con su ideología. Así, si a una revista académica no le importó cambiar las leyes de la física para que sean más ‘progresistas’, ¿qué podemos esperar de los hechos históricos? Lo malo es que cuando el terrorismo islámico en su más dura expresión se vuelva contra nosotros, desearíamos no haber hecho apología de él, pues mientras Occidente duda de sí mismo, los que atentan contra la democracia y la libertad están actuando, determinados y sin distracciones, y lo que es peor, apoyados por una desorientada población que cree haber inventado la historia.