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Fernando Insua Romero | Capitalismo de compadres

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Aunque las leyes promueven la competencia, en la práctica, estos grupos manipulan las reglas para evitar perder su hegemonía 

Es inevitable evaluar, tras años de discurso, sobre todo el del gobierno anterior -que una vez prometió cambiar el país en 100 horas, algo que resultó ser una mentira-, ya que los estragos de su inacción se siguen sintiendo hasta hoy. Si hubo un cambio, fue para mal, creando una burbuja de errores y omisiones que hoy nos estalló en la cara. Prometió que el libre mercado sería la alternativa introducida en el país y que gozaríamos de sus beneficios. Este discurso surgió durante la época de enfrentamiento con Correa, con la intención de marcar un contrapeso ideológico frente al estatismo del exmandatario. Se nos decía que si votábamos por él no seríamos Venezuela. ¡Imagínense eso de vivir inseguros, sin salud pública y electricidad! Por suerte nos libramos de tan cruel destino. Sin embargo, los hechos fueron otros, y no quiero que este texto sea tomado como una defensa del correísmo. Vivimos en un país donde si no eres de un bando, automáticamente te catalogan del otro. La crítica no tiene cabida en este reino de facciones sectarias.

Volviendo al tema, nunca se cumplió la promesa de mostrarle a Ecuador las bondades de alejarse de la corriente socialista, porque jamás se implementó una verdadera apertura de mercado ni se mejoraron los servicios; es más, estos en muchos casos llegaron a retroceder décadas. No hubo nada que enamorara al país ni que demostrara las ventajas del capitalismo y el libre mercado. En gran medida esto se debe a que nuestros grupos de poder tampoco desean esa apertura ni competir. Los grupos económicos poderosos y por ende políticos, lejos de fomentar la apertura del mercado prefieren mantener un control cerrado sobre sectores clave. Estos grupos, concentrados en ciertos sectores de la banca, la agroindustria y las telecomunicaciones, limitan la competencia y evitan que nuevos actores entren en juego, protegiendo así sus propios intereses. Aunque las leyes promueven la competencia, en la práctica, estos grupos manipulan las reglas para evitar perder su hegemonía. Ecuador, entonces, está atrapado entre el socialismo y el ‘capitalismo de compadres’, sin llegar a una verdadera economía de mercado que permita un desarrollo económico y social sostenible.