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Fernando Insua | Arte urbano

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No olvidemos que el arte urbano tiene el potencial de transformar la sociedad

Caminando por el centro de nuestra ciudad no pude evitar observar, tras un ventanal gigante, el escritorio de la Dra. María Fernanda López, destacada académica y curadora. Repleto de papeles de arte y botes de pintura, reflejaba a alguien que entiende que la cátedra de arte no significa dejar de hacer arte. Su misión es igual de poderosa para nuestra ciudad: reivindicar a los artistas callejeros. Su labor en la Universidad de las Artes, donde imparte la cátedra de Arte Urbano, ha sido fundamental para crear espacios de empoderamiento y reconocimiento para estos artistas. Conversé con ella sobre la muestra Siempre efímeros, nunca sin memoria, que gestionó y curó en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito. Sentí su sano orgullo por lograr este hito en la historia del arte urbano en el país, al recoger cuatro décadas de producción artística y visibilizar el talento de más de 120 artistas de todo Ecuador. María Fernanda expresó su deseo de que la exposición no quede en una sola ciudad y que su esencia pueda extrapolarse a Guayaquil. No olvidemos que El arte urbano tiene el potencial de transformar la sociedad más allá de simplemente ‘embellecer’ espacios públicos. Puede fortalecer el sentido de comunidad y pertenencia, proporcionar una plataforma para la expresión de demandas sociales. Iniciativas como la cátedra de López y las exposiciones en espacios institucionales especializados son pasos importantes, pero se requiere mayor compromiso por parte de las autoridades.

Guayaquil, con su vibrante y descentralizada escena artística, tiene el potencial de convertirse en un referente del arte urbano en la región. La implementación de políticas públicas que lo apoyen no solo mejoraría la calidad de vida de sus habitantes, también promovería la inclusión y el reconocimiento de diversas expresiones culturales que buscan salir adelante en este ambiente difícil.

El trabajo de María Fernanda y otros artistas urbanos demuestra que el arte es una herramienta poderosa para el cambio social. Con apoyo adecuado puede florecer y transformar nuestras ciudades en espacios más inclusivos, vibrantes y resilientes. El arte urbano existe, es parte de esta urbe y vive mientras exista una comunidad que lo viva.