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Fernando Insua | Las campanas doblan por ti, centro

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El barrio es de quien lo camina y la ciudad es de quienes la trabajan día con día

Curioso, anecdótico barrio donde aún se puede ver todos los rostros y todos los estratos de nuestra sociedad caminar por las mismas calles, vivir en sus apartamentos y estar en sus oficinas sin ocultarse unos de otros. Es un lugar donde uno se cruza en la calle con vecinos de diversos orígenes y donde -en una ciudad donde no es signo de vergüenza ignorar desde sus calles pasando, por la historia- aún sigue despertando curiosidad cuando lo conocen de verdad. Escuchar el “no sabía que podía caminar por aquí”, “no sabía que había museos aquí”, “no sabía que aquí estuvo el Che Guevara”, etc., etc., y por cada “no sabía” y “mira tú“, hay una sorpresa que da sentirse parte de esa esencia del ser ciudad, de ser Guayaquil.

Amo esta parte de la urbe; aprendo de ella cada día, me llena de sus historias, su gente, sus incongruencias, su multiculturalidad; pero también de esas dualidades que muestran la naturaleza de las personas. Está el patricio que nunca pagó alícuota, dejó abandonado su predio y nunca invirtió nada en el ornato de la ciudad, pero eso sí, tiene sus propiedades afuera y financia el ornato de otras sociedades. Y está el extranjero radicado aquí que compró un edificio, le dio vida y lo reconstruyó como veía en las fotos de esa ciudad lejana que lo acogió.

El barrio es de quien lo camina y la ciudad es de quienes la trabajan día con día. Y el centro es de quienes la sostienen, la habitan y la disfrutan: artistas nacionales y extranjeros, burócratas, judiciales, oficinistas. Desde el gestor cultural y social Gustavo Rivadeneira y su fructífera labor de mantener la historia y calidad de vida en el barrio del Salado, empresarios como Bolívar Rosero que le dan un impulso al sector, está Madeleine Hollaender y sus décadas fomentando la cultura del país desde su centro, está don Freddy Avilés, con el pulso firme del que tiene un sueño y lo persigue, sostiene la culata y hasta organiza festivales de música.

Y aunque todavía falta mucho por hacer para recuperar el brillo de antaño, hay ciudadanos y ciudadanas que te hacen brillar mucho, querido barrio, parte de Guayaquil. Felices fiestas de julio.