Fernando Insua | El debate del 12
Las candidatas a la vicepresidencia mostraron más soltura, preparación y seguridad que los candidatos a la presidencia
El pasado 12 de enero se realizó en la sede de la Universidad Bolivariana del Ecuador el primer debate de candidatos a la vicepresidencia de la República. Tras la desastrosa relación que históricamente ha existido entre presidentes y vicepresidentes, venía bien un debate para entender algo tan básico como: “Yo, como candidato, estoy en línea con las ideas de un futuro presidente de mi partido”. Algo necesario para evitar desastres como el de Abad y Noboa, pues Abad pasó de conservadora a reformista, luego a demócrata y hasta tuvo complacencias con la izquierda por alcanzar la presidencia. Por su parte, Noboa parecía no conocer en absoluto a su ‘coidearia’ de candidatura, algo inviable si los movimientos tuvieran primarias bien estructuradas.
Este debate ha sido el mayor acierto de la campaña hasta ahora. Aunque organizarlo con 14 candidatos (faltaron dos, de 16) es complicado, hubo orden y claridad en las preguntas y en algunas respuestas, lo que permitió analizar propuestas y también las ausencias, sobre todo de la candidata oficial, cuya inasistencia no pasó inadvertida. De igual forma, fue un alivio para los votantes no ver presentadores deseosos de figurar más que los candidatos o retarlos como en jardín de infantes. Pamela León Andriuoli y César Febres-Cordero brillaron por su prudencia, profesionalismo y control de los temas políticos, sin ego inflado ni interrupciones innecesarias. Esto demostró que un foro democrático puede evitar el ridículo y los memes como protagonistas, algo que, lamentablemente, es demasiado común en otros espacios políticos.
Mucha tinta correrá analizando las propuestas y su veracidad pero, en algunos casos, las candidatas a la vicepresidencia mostraron más soltura, preparación y seguridad que los candidatos a la presidencia. Esto fue evidente en la candidatura del PSC; se notó la diferencia de niveles.
Ese día fue un triunfo para la democracia y el bien común, y la prueba de que un debate sano es posible si se elige a las personas adecuadas para conducirlo y se dejan de lado caprichos de pelea y revancha. La madurez política es factible en el país; en el debate fuimos testigos de ello.