Fernando Insua: Discurso tiktokero
Lo demás es espectáculo vacío: un baile de TikTok que diluye la relación entre ciudadanos y representantes
En campaña electoral observamos una tendencia creciente: la ridiculización del lenguaje y la banalización del accionar de los candidatos bajo el pretexto de hablar como los jóvenes o como el pueblo. Estas premisas, lejos de clarificar el discurso o fortalecer las propuestas, han depreciado el lenguaje y deteriorado significativamente el debate político, al punto de caer en el ridículo, afectando la calidad del sistema democrático.
Además debemos enfrentar la presencia de ‘turistas electorales’, candidatos que apenas conocen el país o su ciudad, y que al descubrir lo cotidiano parecen más sorprendidos que conectados con la realidad de sus electores. Pero volviendo a la degradación del lenguaje, basta con comparar un spot político o un debate de hace años con los actuales.
Pese a eventuales polémicas de un sector de la clase política en general el lenguaje era claro y los debates tenían sus luces, sin caer en lo que publicistas o politólogos, desconectados de la realidad, creen que es el habla popular.
Esta estrategia ha generado candidatos que en lugar de empatizar terminan siendo caricaturas burdas de lo que consideran que es el pueblo. Las imitaciones resultan casi insultantes y los candidatos, convertidos en meros productos publicitarios, acaban hablando y actuando, en algunos casos contra su voluntad, destruyendo su imagen y perdiendo credibilidad.
Lo más preocupante es que este fenómeno ha instaurado un círculo vicioso, como describieron Adorno y Horkheimer en Dialéctica de la Ilustración: las industrias culturales ofrecen productos predecibles pues eso es lo que el público espera. A su vez, el público moldea sus gustos en función de esa oferta limitada, perpetuando un ciclo que desalienta la innovación.
En el ámbito político esto se traduce en discursos vacíos y caricaturescos que subestiman la inteligencia ciudadana y desvirtúan la esencia del debate con el pretexto de que el pueblo quiere estos discursos. Es urgente romper este círculo. Hablar como el pueblo no significa caer en lo absurdo o ridículo, sino hablar con la verdad, ser coherente con lo que se cree y defenderlo con convicción. Lo demás es espectáculo vacío: un baile de TikTok que diluye la relación entre ciudadanos y representantes, en lugar de fortalecerla.