Fernando Insua: Nunca Hamás
Los meses avanzan, las heridas cicatrizan y esperamos que la paz regrese pronto
El 19 de enero, Romi Gonen, Doron Steinbrecher y Emily Damari, secuestradas en los ataques terroristas de octubre de 2023 perpetrados por Hamás, fueron liberadas tras 471 días en cautiverio. Su liberación se dio en medio de un show grotesco montado por el grupo terrorista, con miles de encapuchados armados, tarimas y hasta una bolsita con ‘souvenirs’ como recuerdo del secuestro. Así de sádicos son. Por meses fuimos testigos de una peligrosa propaganda que casi seduce a Occidente: disfrazar el terrorismo como causa justa. Pero a medida que pasa el tiempo, la cortina de humo propagandística se disipa y queda en evidencia cómo organizaciones que debieron promover la igualdad y la paz sirvieron al terrorismo y al espectáculo mediático, como si fuera un activismo de moda. Ahora, con más claridad, se comprende la magnitud del ataque del 7 de octubre y lo que Hamás hizo a mujeres, niñas y hombres secuestrados. También ha quedado expuesta la manipulación de estudiantes extranjeros, financiada por capitales de gobiernos afines a Hamás, así como la participación de organismos como la ONU que, para sorpresa de nadie, no cumplió su misión. Un ejemplo claro es el informe de enero de 2025 de la organización UN Watch, que revela los vínculos entre la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (Unrwa) y grupos como Hamás y la Yihad Islámica. Dicho informe demuestra cómo la Unrwa colaboró con estos grupos, influyendo en sus políticas y operaciones, al punto de convertir su infraestructura educativa y logística en un santuario terrorista, más que en un baluarte de la ‘convivencia internacional’. Por eso Estados Unidos se sumó a Canadá, Suiza, Alemania, Reino Unido, Japón, Francia y otros países en la suspensión del apoyo financiero a esta organización.
Los meses avanzan, las heridas cicatrizan y esperamos que la paz regrese pronto. Pero nunca Hamás deberá tener el poder de secuestrar y tiranizar a su propio pueblo ni a sus vecinos. El terrorismo no tiene cabida en el mundo ni debe merecer aplausos y si erradicarlo implica enfrentarse a medio planeta, es un precio que la razón y la justicia están dispuestas a pagar.