Fernando Insua: Lo inevitable
La lucha por la libertad, aunque no eterna en sí misma, podría serlo por años, llena de sangre y resistencia
Ya que Rusia merodea en nuestro vecindario latinoamericano, es oportuno recordar la novela en verso Eugene Onegin de Alexander Pushkin, que leí hace algunos años. En ella, Pushkin reflexiona sobre la inevitabilidad de ciertos eventos y la incapacidad de evitar desgracias. Un pasaje que nunca olvidaré dice: “La vida es una lucha eterna, / en la que la muerte no deja nada”. Este pensamiento puede aplicarse a la actual situación política en Venezuela, donde la posibilidad de que Nicolás Maduro permanezca en el poder parece cada vez más inevitable. La lucha por la libertad, aunque no eterna en sí misma, podría serlo por años, llena de sangre y resistencia, si así lo desean los venezolanos.
A pesar de los esfuerzos de la oposición y la presión internacional, la realidad política a menudo se mueve con una inercia que puede parecer implacable e inmutable. Así como Pushkin sugiere que la vida está llena de batallas cuyo desenlace puede ser cruelmente irreversible, la permanencia de Maduro en el poder puede verse como una manifestación de esa lucha eterna, donde el cambio es escurridizo y la resignación ante lo inevitable puede parecer una respuesta natural ante la adversidad persistente. Por ello, debemos prepararnos para lo inevitable: una dictadura fuerte que, en poco tiempo, podría contar con la capacidad de extraer sus recursos petroleros gracias a la ayuda de China. Y que con apoyo militar de Rusia, una vez que salga de su empantanamiento en Ucrania, podríamos enfrentar un régimen que operaría como una amenaza en el continente y que podría incluso aumentar su capacidad para ser un punto de entrada en América Latina para grupos como Hizbulá y financiar actividades terroristas en la región, al igual que Cuba lo hizo en su momento con el dinero soviético, apoyando diversos grupos y avivando guerras civiles en el continente.
Por esto es necesario, como política de Estado, prepararnos junto a nuestros aliados en el hemisferio para controlar y combatir la influencia de regímenes como el de Maduro en nuestro suelo. Debemos entender que la lucha de los venezolanos ya no es solo ‘cosa’ de ellos, sino también nuestra.