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Fernando Insua: Iván, Dimitri y Aliósha

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Empecemos el año buscando el sentido que, como individuos y como sociedad, hemos perdido

¿Cómo medimos el paso de los años? Los romanos y los reinos que los sucedieron contaban el tiempo desde la fundación de Roma o desde los periodos de los cónsules. Más tarde, en la Alta Edad Media, Occidente adoptó como referencia el nacimiento de Cristo, estándar que terminó prevaleciendo globalmente. Sin embargo, otras culturas han conservado sus propios calendarios: los musulmanes cuentan los años desde la Hégira, la migración de Mahoma a Medina, y el pueblo judío sigue una cronología que inicia con la creación del mundo según su tradición. Pese a estas diferencias, hoy el mundo entero utiliza el calendario occidental, conocido como la ‘era común’. Así llegamos a 2025, año que parece unir al planeta bajo la misma cuenta, al menos por ahora. Este nuevo ciclo trae esperanzas, deseos de cambio y la necesidad de escapar de lo malo y aterrador que vivimos en el año que se fue. Deseamos lo mejor para nosotros y nuestro país, pero sin caer en un optimismo ingenuo, esa especie de ‘droga sentimental’ que nubla la razón. Creo más en una visión realista: todo buen deseo debe partir de la capacidad humana para encontrar sentido a la existencia. En esa búsqueda surgen los actos individuales que al final transforman a la sociedad. Un ejemplo inspirador lo hallé en diciembre, leyendo Los hermanos Karamazov, de Dostoyevski. En ella el autor ruso explora el significado de la vida a través de tres hermanos: Iván, que representa el racionalismo y la lucha con el mal; Dmitri, que encarna la pasión y el anhelo de redención; y Aliósha, que simboliza la fe y el amor. Dostoyevski deja una poderosa reflexión: “El ser humano desea encontrar el sentido de su vida en su propia existencia”. Es en la existencia cotidiana -en la familia, los amigos, el barrio, incluso en los traumas- donde hallaremos respuestas para definir lo que queremos y deseamos. Ese sentido individual puede, en su máxima expresión, contribuir al bien mayor de edificar una sociedad y un país mejores. Este 2025 podría marcar ese sendero porque son los momentos más oscuros los que revelan las voluntades más fuertes. Empecemos el año buscando el sentido que, como individuos y como sociedad, hemos perdido.