Fernando Insua: Las leyes de Cipolla

Afirma que la estupidez puede surgir sin discriminación, afectando a cualquier ideología
Las leyes de Cipolla, propuestas por el economista italiano Carlo M. Cipolla, capturan la esencia de la estupidez humana con ingenio y perspicacia. Su primera ley, que señala la subestimación constante de individuos estúpidos, encuentra eco en el mundo de la administración pública. La política a menudo nos muestra que subestimamos las decisiones irracionales o mal concebidas, y en muchos casos, las normalizamos. Esto nos lleva a la segunda ley, que afirma que la probabilidad de estupidez es independiente de otras características. Se refleja en la diversidad de los individuos que ejercen el poder irresponsablemente, aunque hagan gala de un currículum sorprendente o manifiesten alguna característica que los destaque sobre el resto. En fin, afirma que la estupidez puede surgir sin discriminación, afectando a cualquier ideología. La tercera ley define a una persona estúpida como aquella que causa daño sin obtener beneficio. Ejemplos abundan, desde decisiones económicas cuestionables hasta leyes que generan más problemas de los que resuelven, pues no es necesario robar para causar daño al Estado; ser incompetente puede ser aun peor. La cuarta ley, que destaca la propensión de personas no estúpidas a subestimar el potencial nocivo de la estupidez, encuentra paralelos en la política. La tolerancia excesiva hacia la incompetencia puede llevar a consecuencias negativas para la sociedad, manifestándose en lo gubernamental en proyectos costosos y mal ejecutados, decisiones irracionales y falta de responsabilidad. Estas leyes nos recuerdan que enfrentar la estupidez con franqueza es esencial para una administración pública efectiva. Las personas no estúpidas no deben subestimar el impacto de la estupidez, y los ciudadanos no deben subestimar la importancia de la vigilancia y participación activa en la gestión y el ejercicio del poder político. Estas leyes, en tono en broma pero muy serias en el fondo, proporcionan una lente provocadora para examinar nuestras propias falencias como sociedad, instándonos a reflexionar sobre la necesidad de una toma de decisiones más informada y consciente en el ámbito político. El hacer de la política un show de tonterías ‘celebrificadas’ se convertirá en más penurias y tropiezos en nuestro futuro cercano como nación.