Fernando Insua: El mejor de la historia
Así se diga que su memoria fue tergiversada en pos de la ideología, pero había un debate y una búsqueda de ejemplos
En la tierra del cortoplacismo, no ver más allá de un horizonte temporal es cosa de todos los días. ¿Para qué hablar de un plan vial y urbano a 30 años o de un plan estratégico de seguridad a futuro? Aquí lo que importa es la siguiente elección. Puedo entender ese cortoplacismo a futuro, pero, ¿y el pasado? Es hasta insultante con nuestra historia que en el discurso político solo se tome en cuenta desde el 2006 en adelante.
En este país, donde la decadencia en muchas áreas se ha acentuado desde hace pocos años hasta el presente, resulta asombroso pensar que los políticos, tanto de izquierda como de oposición, buscaban hasta hace relativamente poco tiempo posicionar a grandes figuras presidenciales para tomarlas de ejemplo y justificación para su lado de la historia. Cada quien invocaba a Alfaro, García Moreno, Rocafuerte, Olmedo, Roldós, León, Plaza Lasso, Flores, etc. Había debate histórico en torno a estas figuras. Así se diga que su memoria fue tergiversada en pos de la ideología, pero había un debate y una búsqueda de ejemplos.
En este país de memoria corta, fuera de tirar piedras a Correa e invocar vagamente la memoria de algún presidente, como pretender imitar a Yerovi pero fracasar en el intento, la historia parece haber terminado allí. A tal punto que el viceministro Torres, vocero y paladín del gobierno de Noboa -y ‘negado’ por Nebot, quien dice que Torres nunca fue socialcristiano, o sea, estuvo, pero nunca estuvo, fue su jefe de bancada, pero nunca lo fue- ha afirmado que Noboa y León son los mejores presidentes de la historia. A León entiendo que lo nombre, pero nombrar a un presidente que todavía no termina ni la mitad de su mandato provisional y con un fuerte desgaste es ignorar nuestra historia. Si bien en gustos y colores no se debe opinar, bastaba un acto más humilde de reconocer que se “va por el buen camino”. Pero no, como el sello característico del Gobierno es la grandilocuencia, pues vamos a elevar al presidente que aún no termina su mandato a la misma estatura de León y por encima, válgame Dios, de figuras históricas que ocuparon Carondelet o la vicepresidencia, como Olmedo o Rocafuerte, Sin autocrítica y sin pasado, no sé qué futuro piensan edificar.