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Fernando Insua: El último rey de Escocia

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Amin usaba el chiste para desviar la atención de lo que ocurría en Uganda

El dictador venezolano Nicolás Maduro ha decidido adelantar la Navidad al 1 de octubre, y esto, de plano, no debería sorprendernos. Es al menos la novena vez que lo hace desde 2015. Lo que sí asombra es que este hombre siga siendo defendido por actores sociales y políticos que, increíblemente, lo ven como un representante de la izquierda, a pesar de que su accionar roza más la locura que la práctica de un proceso político serio o la defensa racional de una ideología.

Maduro es lo que es, y un sector del mundo sigue su juego. Pero como la historia está condenada a repetirse, parece que el grandulón del llano tuvo un maestro en el arte de hacer el ridículo para disimular las acciones de su régimen: Idi Amin. Este dictador ugandés gobernó entre 1971 y 1979, siendo conocido por su brutal régimen y su excéntrica personalidad. Ascendió al poder tras un golpe militar y durante su mandato supervisó violaciones masivas a los derechos humanos, con estimaciones de entre 100.000 y 500.000 personas asesinadas.

Amin, aplaudido inicialmente por su retórica antiimperialista y su discurso revolucionario, terminó convirtiéndose en un sangriento chiste. Mientras proclamaba, con su chabacana personalidad, que cambiaría a la reina de Inglaterra, que era el señor de las aves del cielo o el último rey de Escocia, el mundo reía a sus espaldas. Pero estas locuras servían para ocultar su régimen sangriento, que masacró a su propia población y contó con el respaldo de gobiernos comunistas del antiguo bloque del Este, la OLP palestina y los extintos dictadores de Irak, Sadam Huseín, y de Libia, Muamar Gadafi. Incluso nombró uno de los lagos de Uganda como Lago Gadafi, en honor al dictador libio.

Amin usaba el chiste para desviar la atención de lo que ocurría en Uganda. Es por eso que cuando un dictador como Maduro hace el ridículo, lejos de tomar a broma sus acciones sería bueno recordar que detrás de cada una se ocultan muertos, perseguidos y millones de exiliados. No sigamos el juego de este tirano tropical, no lo entronicemos como el “último rey de Escocia” solo para seguirle la corriente, ya que esa ‘corona’ está forjada a base de sangre, delirios y miedo.