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Fernando Insua: Los ‘socialdemócratas’ de Mocolí

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La historia es clara: el PSC de Ecuador, fundado en 1951 por Camilo Ponce Enríquez y Sixto Durán Ballén, es un partido político de derecha

En una entrevista en un medio digital, sorprendió a más de uno la afirmación de boca de un reconocido miembro de la Asamblea, de la bancada del Partido Social Cristiano (PSC), que eran algo así como ‘socialdemócratas’ o ‘más socialdemócratas’ que los socialdemócratas. Esto es un insulto histórico a doble banda, pues figuras socialdemócratas mundiales de la talla del alemán Willy Brandt o el histórico Olof Palme, ex primer ministro de Suecia asesinado por la DINA del Gral. Pinochet, desde el más allá no entenderían cómo un partido que tiene un presidente vitalicio -como si fuese el secretario general de alguna república comunista- y una débil democracia interna -si es que existe- pueda percibirse como un partido socialdemócrata. También imagino a un León Febres-Cordero desconcertado ante tales afirmaciones. La historia es clara: el PSC de Ecuador, fundado en 1951 por Camilo Ponce Enríquez y Sixto Durán Ballén, es un partido político de derecha (legítima manera de ver la política y que no debe ocultarse si se la practica) con base en la democracia cristiana, una rama que se origina en pensadores como Jacques Maritain, basándose en la Doctrina Social de la Iglesia y ética social protestante. En contraposición, ser socialdemócrata implica identificarse con una ideología política que busca combinar valores socialistas con un enfoque democrático y una economía de mercado. Los socialdemócratas abogan por la justicia social, la igualdad de oportunidades y la equidad, pero buscan lograr estos objetivos en un marco democrático y respetando la propiedad privada. Son puntos de pensamientos muy opuestos; no quiere decir que uno sea mejor que el otro. Lo que sí es motivo de discusión es que sea un movimiento que con tal de poner candidatos y pensar en encuestas ya no sepa qué defender. Un día son los más fervientes liberales y al otro, conservadores; un día garantistas y al otro, bukelistas de cepa; un día revolucionarios y al otro eliminan la Cruz de Lorena de su pabellón partidario. Se reconocen sus méritos, pero se critica que los partidos y movimientos sean meras plataformas electorales y populistas, y no organizaciones que promueven un sólido pensamiento político y el debate de ideas en democracia.